Se dice que el tiempo es la materia verdadera de la música, pero también lo es de la política. El arte de la política descansa sobre todo en la medida de los tiempos: a veces hay que tener la iniciativa y a veces hay que esperar (lo que no es fácil cuando avanza hacia el torero un buen morlaco), pero si se espera demasiado puede perderse la oportunidad de una iniciativa. En estos momentos, tras el 11S, y antes de que se convoquen unas elecciones de signo plebiscitario, hay una ventana de oportunidad, y, si se cierra, la iniciativa se habría volatilizado. El resultado del 9N pone de manifiesto que hay un gran vacío que es preciso llenar cuanto antes, el de una vía intermedia, que de forma inevitable exigiría una reforma de la Constitución, entre el actual modelo autonómico y la secesión de Catalunya. La ausencia de ese modelo intermedio es un regalo impagable para los secesionistas.