La publicación de dos encuestas (una pública y otra privada) han confirmado lo intuido desde la irrupción de Podemos en las elecciones europeas de mayo: que la formación liderada por Pablo Iglesias es una amenaza al bipartidismo imperante desde hace 32 años, al aparecer como primera fuerza en intención directa de voto.

A un año de las elecciones generales, Podemos canaliza el descontento de los españoles, hartos de siete años de crisis y del desmoronamiento institucional como consecuencia de la corrupción. Incluso pugna por imponer el marco de referencia, ya que "no es de izquierdas ni de derechas, si no que defiende a los de abajo frente a los de arriba". Y la encuesta del CIS confirmaría este interclasismo: tras el PP, Podemos es la opción preferida entre directivos y empresarios y la primera ¡entre votantes de clase media-alta y alta!

Ante esta situación, la estrategia de los demás partidos deberá cambiar: IU y UPyD ven desaparecer a gran velocidad sus opciones como bisagra, ante la falta de mayoría de los "antiguos" grandes; el PSOE ve como Podemos come terreno entre sus votantes tradicionales y el PP siente el riesgo de no ser el partido más votado, confiándolo todo a la recuperación y a que Iglesias dividiría el voto de izquierdas€ ya que las encuestas demuestran que Podemos llega al votante de centro. Durante los próximos meses, habrá presión sobre Iglesias para que caiga en contradicciones sobre su controvertido programa económico (reestructuración de la deuda, jubilación a los 60 años, renta mínima universal). Y no es menos probable que Iglesias, que ha demostrado tablas en sus apariciones televisivas, asuste poco a los electores€ mientras ve como sus votos aumentan, ante la incapacidad de los partidos clásicos de imponer la regeneración democrática y mientras el paro se mantiene en niveles muy altos.