Durante el mes de agosto suelo desayunar en un bar, que aunque esté ubicado en primera línea frente a la isla de Cabrera, mantiene su caracter popular. Sus clientes, aunque de todo hay en la viña del señor, son por regla general gentes corrientes, de carne y hueso, con nula o escasa presencia pública. Son hombres y mujeres anónimos, con sus profesiones y trabajos, que viven y conviven con sus múltiples y diversas ocupaciones y preocupaciones, con sus intereses, expectativas y frustraciones. Con frecuencia compartimos mesa. Nuestras conversaciones incluyen los cielos y la tierra. Y no resulta extraño que sean objeto de comentario (con coña,cabreo,o ambos a la vez) tal o cual noticia incluída en los periódicos que unos y otros estamos ojeando, referidas a diversas situaciones absurdas de diversas índoles (político, económico, social, cultural, deportivo...).

Uno de los últimos días del ya finiquitado mes de agosto, la terraza estaba repleta y opté por pedir venia a un ciudadano solitario por si podía compartir mesa. Sin presentarnos, comenzamos a charlar. La noticia era que el Govern,en sede parlamentaria, acababa de ufanarse de nuevo de sus políticas que han posibilitado nuestro actual crecimiento económico con sus correspondientes índices de creación de empleo, mejora del consumo... Lo que les permite afirmar que ya no se aplicarán mas recortes.

Les garantizo que el talante de mi "compa" de mesa no era la del típico izquierdoso que, por principio, se opone frontalmente a las propuestas e iniciativas del Govern presidido por Bauzá. Es, así me lo confesó, titular de una pequeña empresa. Frente a los síntomas de recuperación, su empresa sigue disminuyendo sus ingresos, se ha visto obligado a reducir su plantilla (o convertirlos en "falsos" autónomos), y le mantienen cerrradas con silicona las puertas del crédito. Simplemente por razones económicas su hijo, estudiante universitario, no puede continuar desarrollando sus estudios en Barcelona (su especialidad no existe en la UIB). Y, añado de mi propia cosecha, éste no es un caso excepcional.

Con sentido del humor se declaró como un estraterrestre, conduciendo un carricoche hacía no se sabe dónde. Todos le indican que hay que confiar, que la ruta es la adecuada. Pero su luna delantera, empañada por la niebla, no le permite vislumbrar el horizonte. Y por su retrovisor ve como algo cada día más lejano recuperar una cierta estabilidad personal, familiar, profesional... Voy a permitirme hacer uso de tal metáfora ampliada y aplicada a las gentes corrientes.

¿Cúal es nuestro horizonte económico? ¿Cúal es nuestro modelo productivo? Se nos dice que el sector turístico navega con buen viento y a toda vela. No todos coinciden, ni tan siquiera en el ámbito empresarial. A pesar de nuestros excelentes índices de ocupación, la rentabilidad empresarial (aunque haya mejorado relativamente) no permite echar las campanas al vuelo. La estacionalidad, a pesar de algunos esfuerzos, sigue dominando el panorama. La competitividad sigue siendo dudosa. Se ha frenado la destrucción de empleo, pero el nuevo que se crea no sólo es temporal sino también precario y de escasa calidad. Sintiéndolo en el alma, nuestra luna delantera sigue empañada por la niebla y no nos permite percibir una hoja de ruta clara.

Y se nos asegura que no se aplicarán más recortes. ¡Faltaría más! Pero la cuestión es otra: ¿recuperaremos alguna vez las dentelladas que se han aplicado a la educación y sanidad públicas, y servicios sociales? ¿Debemos aceptar como irreversibles tales recortes? Cuando se afirma que el esfuerzo debe centrarse en mantener "las políticas que consoliden este crecimiento como mejor base para preservar el Estado del bienestar", ¿a qué bienestar se refiere, y quienes serán sus beneficiarios? Siguiendo la metáfora ¿debemos confiar a ciegas en un modelo económico, cuanto menos confuso, mientras a través de nuestro retrovisor vemos como se aleja una recuperación económica, sostenida y sostenible, y unos servicios públicos de calidad garantizados a las gentes corrientes?

Restan nueve meses para conocer los resultados del gran parto:las elecciones autonómicas y locales. Durante el embarazo todos nos van a ofrecer el oro y el moro, especialmente a las gentes corrientes, que no se olvide son mayoría. Mucho me temo que no resulte tan fácil engatusarles con grandes palabras y promesas, o simples ataques y descalificaciones a los adversarios. Los resultados del parto, mayo 2015, no están escritos.