Lo de Irak se está poniendo peor que nunca, que ya es decir cuando se habla de ese pobre país que ha pasado de la dictadura a la invasión extranjera, y luego a unos enfrentamientos sectarios que pueden desembocar en una guerra civil y en su misma desmembración. La política americana de desmantelar el Ejército y el partido Baath dejó a Irak desvertebrado y luego la política sectaria del primer ministro Nuri al-Maliki ha empeorado aún más la situación. Un fracaso en toda línea de la retórica de Bush de llevar la democracia a Oriente Medio, comenzando por Irak. Visto lo visto, parece un sarcasmo.

La invasión americana acabó con un régimen tiránico que mantenía unido a un país dibujado con regla y cartabón en 1916 por ingleses y franceses cuando se repartieron alegremente los despojos del imperio Otomano. Esto para mí y esto para ti, y los locales que se fastidien. A los kurdos no les dieron un país porque eran muy brutos y mataron a los agrimensores que habían ido a tomar medidas.

Hoy la partición de Irak ha dejado de ser una pesadilla para convertirse en una posibilidad que puede tener repercusiones en toda la región porque se está produciendo una alianza entre la mayoría sunnita oprimida en Siria (donde mandan los alawitas, que son una secta chiíta) con la minoría sunnita oprimida en Irak (donde mandan también los chiítas). Lo que un día fue el Paraíso Terrenal, las tierras regadas por el Tigris y el Eufrates, el espacio que va desde Aleppo en Siria hasta Mosul en Irak, se ha convertido en en feudo de milicias islamistas radicales del Estado Islámico de Irak y del Levante (EIIL) que se apoyan en los sunnitas descontentos en ambos países para instaurar un Califato con capital en Bagdad. Lo primero que han hecho es destruir los postes que marcaban la frontera sirio-iraquí y lo segundo ha sido instaurar un régimen de terror con ejecuciones masivas que les garanticen la lealtad de las tribus sunnitas de los territorios que ocupan muy cerca ya de Samarra, una ciudad que visité en cierta ocasión y donde hay una mezquita que tiene un enorme alminar tipo zigurat como la Torre de Babel en los cuadros de Brueghel. Funcionarios de embajadas y de las Naciones Unidas (tengo una amiga mallorquina entre ellos) están siendo evacuados ante el avance de estos bárbaros.

Hoy Siria es un país dividido de hecho entre las zonas costeras que domina el gobierno y el resto donde mandan facciones islamistas (a lo que hay que añadir el Golán ocupado por Israel). De igual modo, Irak está dividido entre el norte kurdo, el sur chiíta y el centro sunnita por el que avanzan los radicales de Alá. Todo esto puede provocar un terremoto regional que se extienda también al Líbano que fue un invento francés para alojar a los cristianos maronitas, algo que Siria nunca aceptó. De momento la situación está produciendo extraños compañeros de cama pues Estados Unidos e Irán (que es chiíta) podrían cooperar para frenar a los jihadistas sunnitas en Irak mientras apoyan a grupos enfrentados en Siria y siguen en desacuerdo por la política nuclear de Teherán. Una situación que puede acabar salvando a Bachar en Damasco, mientras el avance de los radicales y la destrucción de las fronteras no pueden dejar de preocupar también a vecinos sunnitas como Arabia Saudí, Turquía y Qatar. Un lío enorme.

También puede afectarnos a nosotros porque aunque el petróleo iraquí se encuentra en el norte kurdo y en el sur en torno de Basora, donde están el 75% de las reservas, los radicales avanzan y combaten por el control de Baiji, la principal refinería del país. Irak es el séptimo productor mundial de con 3,3 miles de millones de barriles diarios y a fines de 2015 quería llegar a producir 4,3, que ahora parecen difíciles de lograr. Además, la inestabilidad política retrasa la recuperación de la producción en Libia (en 2012 era de 1,3 miles de millones de barriles/día y hoy un 85% menos) y un muevo interrogante se abre en el horizonte energético con la decisión rusa de suspender el envío de gas a Ucrania mientras no haga frente a sus atrasos y no pague por adelantado, algo que puede poner en peligro los suministros a Europa. Asuntos diferentes pero que ponen nerviosos a los mercados y empujan los precios hacia arriba.

Un panorama que complica el fin del mandato de Obama, que sacó las tropas de Irak por razones de política interna americana sin atender a la situación real del país (como hará con Afganistán) y que ahora puede verse forzado a intervenir para frenar a unos jihadistas frente e los que el ejército iraquí parece desmoronarse como un azucarillo, forzando a los líderes religiosos (Sistani, al-Sadr) a movilizar a las bases chiítas en defensa de Bagdad y de sus lugares sagrados. No parece que sea misión para EE UU intervenir en un conflicto étnico-sectario que deben solucionar los propios iraquíes (probablemente echando a al-Maliki y obteniendo la colaboración de los kurdos y de los países vecinos), pero tampoco puede Washington permitirse la creación de un Califato islamista radical, cuna de terroristas, junto a tanto petróleo. Eso, dicen, afecta a sus intereses estratégicos. De momento EE UU ha anunciado el envío de 300 "asesores" y no descarta echar una mano bombardeando el avance jihadista. ¿Acabarán echando de menos a Saddam?