La 332 no es una habitación con vistas al mar. No es tampoco una furgoneta de alta gama en la que huir lo más lentamente posible. No es la codificación de un aroma ni el prefijo para llamar a tu conciencia. La tres tres dos es el número de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) que dice que el president Bauzá es compatible para el ejercicio de las actividades que venía haciendo con anterioridad a su nombramiento como tal. Es el número opuesto al de la bestia, a ese seis seis seis que ejerce la oposición balear desde que juega al 007 en su ruleta del des fortunio.

De todas las audiencias, la única que me interesa últimamente es la provincial, la audiencia provincial, metáfora aquí de cualquier administrador de la justicia, incluido el TSJ. Y lo es, simplemente, porque firma lo que escribe, porque está formada por hombres y por mujeres honorables y decentes, con las idas y las ideas que cada uno pueda tener, pero absolutamente intachables. Creo en ellos porque cuando se enfrentan a la obligación de tener que decidir sobre un asunto, argumentan y conocen todos los hechos que rodean fielmente a cualquiera de las posiciones enfrentadas y resuelven en conciencia.

La otra, las otras audiencias, no me interesan lo más mínimo. Manipuladas, interesadas, interpretadas y utilizadas muchas veces como presunta fuerza mayoritaria. Son ficción usada, caleidoscopio de la realidad y una falsificación de hechos y de sus consecuencias.

Las sentencias de los tribunales de este país, de esta comunidad, se están convirtiendo desde hace algunos años en una forma de analizar la pluma política de los jueces que las dictan. Empiezan a ser un test nauseabundo para medir y constatar cuáles de ellos son mejores según cómo se posicionan. La primera idea es que si resuelven a favor de lo que crees, no sólo no tiene razón sino que ese juzgador es cojonudo. Si, además, resulta que coincide con quien crees, con tus posicionamientos políticos, entonces es lo más, y el juez pasa a ser valiente e impermeable al poder opresor del ejecutivo, vamos, un patriota.

Que la buena justicia coincida con tus posicionamientos políticos es un síntoma claro de que estás mal, muy mal, de que te inunda un preocupante deterioro intelectual. Pero si además de eso, interpretas el posicionamiento político del que resuelve a favor de lo que tú piensas, entonces es que eres un auténtico mezquino.

Las técnicas son varias, sencillas. Buscas los antecedentes "penales" de los jueces en virtud de a qué asociación gremial pertenecen. Si tiene la palabra "progresista" es de izquierdas. Si tiene la palabra "conservador" es de derechas, y así sucesivamente interpretas todas sus resoluciones técnicas, siempre a favor de tus intereses momentáneos, claro.

Si no es suficiente esa técnica, cuentas los jueces que dictan las resoluciones que han hecho votos particulares en las distintas instancias sobre el declarado inocente a quien quieres apalear y considerar culpable. Sumas aritméticamente, y ya tienes argumentos jurídicos cardinales para enraizar la culpa, da igual que el tribunal declarara tu inocencia por mayoría. Si aún así no terminas de liquidar tu interés, puedes repasar sesgadamente las sentencias previamente dictadas, da igual el asunto.

¿Que lo que buscas es una interpretación adecuada a tus intereses frente a una absolución como la de Bauzá? Pues te colocas a rebufo de los votos particulares, salseas de aquí y de allá, y construyes (con un titular recién salido de esa resolución) una forma de demostrar la gran culpa del no culpable. No hablo de no poder criticar las resoluciones, no hablo de que no sabiendo qué decir, no teniendo ciencia jurídica alguna, a lo más que llegan es a eso del "acato pero no comparto". Hablo de desprestigiar la Justicia y manchar sin argumentos técnicos la toga de todos esos que trabajan para que vivas y convivas en un mundo mejor.

No basta con que en esta sentencia trescientos treinta y dos la sala de lo contencioso haya dicho que jamás debió admitirse, por falta de legitimación, esa demanda contra el acto administrativo de no ver incompatibilidad alguna en los trabajos previos del ciudadano José Ramón Bauzá. No basta con que la sala respalde a la vapuleada y puesta en entredicho abogacía de la comunidad en cada una de sus palabras por razones políticas. No basta con que la sentencia ratifique la continuidad del president pese a todas las acusaciones que se han vertido contra él, cuantitativas y cualitativas. Simplemente basta con que entiendas que existe un camino lleno de puñetas, de togas y de filtraciones judiciales para que no intentes revertir la única interpretación posible y admisible en esta democracia, que es la de los votos.

La farmacia de Bauzá será a partir de ahora el símbolo de un límite que no debería cruzarse más, y no el argumento preferido del que intenta ver en sus ingresos económicos merecidos un insulto hacia una ciudadanía empobrecida y utilizada. Será la forma de entender que quizá esta izquierda decadente „y con la que no se identifican ni los propios„ es incompatible con la justicia, o que es compatible con la injusticia. O que la 332 les acaba de apagar la luz verde de esa cruz farmacéutica en la que habían puesto todas sus esperanzas vanas. O que, definitivamente, necesitan un Valium y por fin saben dónde no ir a comprarlo.

(*) Médico forense, especialista en Medicina Legal y Forense. Twitter: @Alarconforense