El diagnóstico de Palma puede ser también el contradiagnóstico de la comunidad autónoma. Si Mateo Isern no ha pensado eso, por lo menos ha aportado todos los elementos y todo el vocabulario para que sus palabras sean interpretadas, inequívocamente, en esta dirección. También es muy posible que se haya abonado al doble lenguaje en previsión de cuánto pueda ocurrirle a un president que hoy mismo sabrá, por resolución judicial, si está afectado de incompatibilidad entre cargo público y negocio particular. Isern mantiene distancias y afianza identidad, pero no despeja futuro ni intenciones. Todavía no dispone de todos los elementos imprescindibles para poder hacerlo.

Un alcalde que reniega de la corrosiva arrogancia, la soberbia y el rencor y se autodefine amparándose en los valores de "la humildad, la proximidad y las buenas maneras" y desde Cort lanza un discurso premeditado, más allá de Palma, para proyectarlo sobre una comunidad convulsa, está actualizando y renovando su afrenta con el president Bauzá. Habla para un hombre que tiene acumuladas excesivas demandas de diálogo y que no está en disposición de aproximarse con naturalidad al pueblo que gobierna.

Pero los verdaderos problemas de Isern comienzan a sustanciarse cuando hay que contrastar las buenas palabras del discurso sobre el estado de la ciudad con la realidad de su gestión efectiva. El alcalde ha descubierto Palma desde Cort cuando hubiera sido mucho más electivo hacerlo al revés. La actitud personal no se plasma sobre el modelo de gestión ni es asimilado a coro por los componentes de su equipo de gobierno. El PSOE le reprocha a Isern, en palabras de Calvo, que haya incrementado las desigualdades sociales y que haya puesto todo su esmero en "cuadrar números para descuadrar la vida de las personas" y Antoni Verger, de Més, está convencido de que el alcade reside en un lugar alejado de la realidad.

Todo depende de interpretaciones, porque el mismo incremento de deuda municipal, que el primer edil de Palma reconoce, es resuelto con la explicación de que en realidad se ha cambiado de modelo contable, mutando las facturas pendientes en deuda bancaria. Se considera todo un éxito el haber amortizado deuda por importe de más de 120 millones.

El alcalde de la ciudad libre de desahucios reitera que, bajo su consentimiento, no volverá a haber en Palma desalojos de quien no disponga de lo esencial para mantener su vivienda y no tiene reparo en tutelar a la Policía Local, pese al tráfico de exámenes de oposición y otras ineficacias probabas.

Al igual que a tantos otros mallorquines, al alcalde de Palma también le gustaría ver acabado el Palacio de Congresos. Es otra de las claves de su discurso que deberá valorar el president Bauzá porque el avance de tal operación está, en gran medida, en sus manos.El discurso de Isern sobre la ciudad que le enorgullece ha sonado a testamento político. Puede serlo. Pero también constituye un documento reversible, sin capacidad para exclusiones, que permite mantener operativos todos los canales de actuación para usarlos en función de los acontecimientos.