Como es conocido, China ha pasado a ser la primera potencia de la tierra si, como es usual, se establece la clasificación mediante el Producto Interior Bruto. Desbanca a los Estados Unidos, que han estado al frente de este ránking desde 1872, cuando el gran país americano sobrepasó al Reino Unido.

La realidad contable es en este caso poco expresiva. Los Estados Unidos son una gran potencia madura, y desde mediados del pasado siglo, tras su decisivo papel en la Segunda Guerra Mundial que contribuyó a afirmar las libertades globales frente al desviado nacionalismo europeo, su ascendiente sobre la comunidad internacional ha sido una garantía de estabilidad y de pervivencia de los grandes valores. China tiene 1.350 millones de habitantes y USA, 316 millones, y el PIB per capita norteamericano es más de cuatro veces mayor que el del país asiático€ Mucho tendrá, en fin, que avanzar el nuevo líder hasta acercarse a la gran nación americana en los aspectos más relevantes del desarrollo.

Un elemento inquietante marca sin embargo la comparación: la nación que ya encabeza la lista de la riqueza global no es una democracia. Tampoco ofrece un modelo alternativo „el centralismo comunista no es exportable, ni pretende ser exportado„ pero no resulta tranquilizador saber que un gigante de tanta envergadura no se rige por los criterios de racionalidad política que en teoría mueven el mundo.