El mundo de la opinión no da abasto. Acaba uno de emitir un juicio sobre esto y ya ha aparecido lo otro. Significa que se va el ministro de Agricultura y Medioambiente a Europa y ponen en su lugar a Isabel García Tejerina, que, sola o en compañía de otros, y según eldiario.es, provocó un desastre ecológico en Huelva, cuando trabajaba en Fertiberia. El clásico ejemplo del bombero pirómano. Como colocar a Blesa al frente de Caja Madrid o a Berlusconi a cuidar ancianos. Pero da igual, no nos referimos al caso concreto de García Tejerina, sino a los altos niveles de contaminación ambiental. Coloques donde coloques el medidor, tropiezas con un asunto de facturas falsas, de cursos de formación aparentes, de declaraciones putrefactas. Al final, si uno pretende opinar de todo, acaba, por agotamiento, por no opinar de nada.

A un pueblo se le puede extraer la opinión como a un cuerpo se le puede extraer el hígado. A nosotros ya nos han sacado los hígados y ahora vienen a por el ojo de la cara (el que nos queda) que nos va a costar, según cálculos, la nueva factura de la electricidad. Se diría que una persona sin hígado y sin ojos debería, al menos, opinar a diestro y siniestro. Ya que no podemos engancharnos ilegalmente a la electricidad, déjennos decir educadamente lo que opinamos del asunto. Pues ni educada ni groseramente, porque las decisiones contradictorias, como la de García Tejerina (es un ejemplo) conducen a la catatonia, condición física y psicológica caracterizada por la confusión intelectual y espacial.

Ahí estamos todos, en ese estado de estupor que conduce a la inmovilidad. Los niños suelen caer en él cuando reciben órdenes contradictorias de sus padres. Los adultos, cuando les aconsejan que suban por las escaleras mecánicas que sirven para bajar o viceversa.

-Pero si no avanzo „te atreves a decir„.

De eso precisamente se trata, de que no avances. De que no pienses. A ver quién se atreve a pensar con lo que tenemos encima. Lo de García Tejerina es una broma comparado con el telediario más inocente del día. Pero sirve para explicar, siquiera parcialmente, lo que nos ocurre. Pensar ha devenido en un acto heroico.