El hito más relevante del proceso soberanista catalán, que marcó la impronta radical que mantiene actualmente, fue las elecciones autonómicas anticipadas del 25 de noviembre de 2012. En aquella ocasión, la formación de Artur Mas, que había tomado la dudosa decisión de convocar la consulta como respuesta a la exitosa manifestación popular del 11 de septiembre, fue severamente castigada por los electores „Mas perdió más del 7% de los votos y casi el 20% de los escaños„, en tanto Esquerra Republicana de Catalunya, la formación genuinamente independentista, conseguía un espectacular resultado, con más del doble de votos y escaños que en las anteriores elecciones ordinarias de 2010.

Aquel vuelco, que hundía el teórico moderantismo de CiU y primaba la radicalidad de ERC, fue celebrado irresponsablemente por algunos portavoces estatales que interpretaron que Artur Mas había quedado desautorizado en sus aspiraciones. Sin ver que la desautorización llevaba implícita la apuesta por una vía todavía más extremada de consumar la ruptura con el Estado.

Ahora, el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat ha corroborado este viraje en su último barómetro, que dibuja un panorama desalentador. ERC obtiene un porcentaje de voto estimado de alrededor del 20%, muy similar en los escenarios de elecciones europeas, autonómicas y estatales; con este resultado, los republicanos quedarían una décima de punto por encima de CiU en las europeas, dos décimas también por encima en las autonómicas y 3,6 puntos por debajo en las estatales (en todos los casos, la intención directa de voto favorece significativamente a ERC). CiU, por su parte, pierde dos puntos en las europeas, casi nueve en las catalanas y siete en las legislativas españolas (siempre en relación a la última elección de cada clase). El PSC, por su parte, camina impertérrito hacia el desastre: pierde 20 puntos en las europeas con relación al resultado de 2009; diez puntos en las generales con respecto a las de 2012 y tres en las autonómicas de 2012. El PP cae seis puntos en las europeas, cuatro en las catalanas y ocho en las legislativas€ Pero quizá lo más asombroso es que quienes ostentan personalmente mayor popularidad en el Principado son David Fernández (CUP), Oriol Junqueras (ERC) y Josep Maria Terricabras (ERC), los únicos aprobados. A continuación, ya con suspenso, Joan Herrera (ICV) y en quinta posición, Artur Mas.

Parece claro que la autoría de esta catástrofe, a los ojos de cualquier observador neutral, corresponde particularmente a CiU, que ha sido incapaz de gestionar su propia obra de gobierno, y ha entregado todo el protagonismo a sus „¿antiguos?„ adversarios. Pero algo se habrá hecho mal también en el Estado para haber arrojado al electorado catalán hacia esa deriva radical, difícilmente inteligible en un ambiente tan racionalista y culto como es el predominante en Cataluña.

Esta tremenda equivocación estratégica ha tenido una consecuencia inevitable en el seno de la antigua mayoría: CiU está cuarteada interiormente por la pugna entre quienes siguen apostando por la moderación „la UDC de Duran Lleida y un sector minoritario de CDC„ y los que están dispuestos a someterse a ERC con tal de conseguir la independencia de Cataluña.

El escenario es descorazonador, pero todo indica que el cálculo basado en la hipótesis de que el tiempo iría desanimando a los más radicales no se está cumpliendo sino al contrario. A este paso, cualquier terapia será pronto imposible porque el destino catalán estará ya en manos de irreductibles extremistas.