Rajoy ha alardeado más de una vez de que su postura pasiva, indolente, frente una opinión pública europea y española que le impulsaban a solicitar el rescate de España a lo lardo del año 2012 fue la que evitó que nuestro país se embarcase en una dramática aventura que nos hubiera resultado muy onerosa y que, finalmente, no ha resultado necesaria. Pero es evidente que no todos los problemas políticos se resuelven espontáneamente como en este caso. En lo tocante al conflicto catalán, se percibe también la tentación absentista, de controlar superficialmetne el proceso „mediante recursos ante el Constitucional, por ejemplo„ en la confianza de que Mas acabará achicharrándose al comprobar, él mismo y la ciudadanía de Cataluña, que la invocación independentista se estrella contra la realidad de las cosas sin avanzar ni un ápice€ Hasta que la propia formación de Artur Mas, muy tensionada „continúa el forcejeo entre CDC y UDC„, se canse, o hasta que la propia ciudadanía desista de apoyar ua causa que la divide, que frustra la recuperaicón económica y que se ha convertido en un motivo de polémica, de crispación y de discordia.

Evidentemente, la posibilidad de que el proceso se pudra en su propia parálisis existe, pero no es ni mucho menos un futurible seguro. Más bien parece que Artur Mas y sus colaboradores tienen planeada una "hoja de ruta" bastante más compleja que la que se divisa a simple vista y que podría terminar poniendo al Estado en serios apuros.

En efecto, parece claro que Artur Mas sabe perfectamente que no habrá referéndum este año. Ni se concederá la competencia, ni prosperará la ley de consultas que prepara el parlamento catalán porque será recurrida inmediatamente por el Ejecutivo central. Sin embargo, estos pasos son útiles a la causa nacionalista porque así colma su victimismo, que es el ingrediente ideal para los mensajes populistas.

Más bien parece que Mas quiere agotar esta legislatura, para situar en su extremo loqeu ha dado en llamase unas elecciones plebiscitarias, es decir, unas elecciones como las demás en que los partidos nacionalistas llevan como único punto de su programa electoral la independencia. Y si se tiene en cuenta que dichas elecciones se celebrarían en noviembre de 2016 „las anteriores fueron el 25 de noviembre de 2012„, se entenderá a la perfección que CiU y ERC fíen a esta consulta sus esperanzas de éxito.

En efecto, la mayoría absoluta de Rajoy terminará, muy previsiblemente, con las elecciones generales de noviembre de 2015. Y la siguiente legislatura puede caracterizarse, si se prolongan las tendencias actuales, por una mayor inestabilidad ya que habrá que formalizar alguna coalición de gobierno. Y estas circunstancias sobrevenidas, la negociación entre Madrid y barcelona adquirirá otras dimensiones, radicalmente distintas de las que podría tener hoy.

Es claro que PP y PSOE están Es claro que PP y PSOE están en perfecta sintonía en la cuestión catalana. Y que las demás fuerzas estatales con representación parlamentaria no son partidarias de la secesión de un territorio. Sin embargo, no es lo mismo un gobierno apoyado en una sólida mayoría absoluta que otra que tienen que responder de pactos condicionados a intereses diversos. Y no sería extraño que los independentistas catalanes jugaran por tanto a la carta de la dilación, con la esperanza de romper mejor mañana la resistencia del Estado a su propia descomposición.