La amenaza se veía venir pero se ha convertido ya en realidad. A partir de ahora el silencio de los teléfonos móviles en los aviones pasará a la historia dado que la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) ha decidido ofrecer barra libre a todo tipo de artilugio electrónico, ya sean ordenadores, consolas de videojuego, tabletas, o libros digitales. Podrán estar en uso en cualquier momento del vuelo, desde que el pasajero se sube al avión hasta que sale de él, sin limite alguno incluso para las fases de despegue y aterrizaje. Los teléfonos móviles también quedan autorizados, salvo que deberán ir en modo avión que, por lo que yo sé, excluye el hablar con otro usuario. Pero me pregunto de qué medios de control dispondrán las compañías para impedir que el teléfono se utilice para lo que fue inventado, que es hablar por él. ¿Montarán un retén de inspección y acoso, a sabidas cuentas de que no va a servir de nada y, encima, el paso inmediato que seguirá es el de dar libertad para el uso del móvil como venga en gana? Con lo que nos veremos en la situación ya conocida por la experiencia del AVE: quedaremos sometidos al abuso de ejecutivos agresivos y cualquier otra suerte de gentes sin la menor educación, quienes nos obligarán a escuchar sus conversaciones a gritos durante todo el vuelo.

Me pregunto qué ha cambiado para que aquello que ponía en peligro la seguridad a bordo, es decir, el uso de artilugios electrónicos, sea ahora inocuo. La AESA no nos lo ha dicho, de la misma forma que tampoco quedaba muy claro antes el sentido de la prohibición. Por el altavoz de a bordo la azafata decía que el uso de los móviles comprometía la seguridad porque podía provocar interferencias en los instrumentos del avión. ¿Qué sucede, que éstos son más precisos ahora y no se ven afectados? Lo dudo. ¿Se servirán los móviles actuales de señales que no interfieren? Bien seguro que no. Lo que parece haber cambiado es el criterio que establece lo que es seguro y lo que supone un riesgo, cosa que lleva a preguntarse quiénes se equivocan. ¿Los que prohibían antes el uso de los dispositivos electrónicos en el rodaje, despegue, vuelo y toma de tierra o los que lo autorizan ahora?

Si los ciudadanos saliésemos de la escuela con un nivel muy bajo de matemáticas y lectura, como dicen una vez y otra los informes PISA, pero con grados aceptables de buena educación, daría igual que se permitiese fumar, hablar por el móvil o incluso lavarse los bajos „como los peregrinos del Camino de Santiago cuando, en tiempos, llegaban a Lavacolla„ a bordo en el avión. El problema consiste en que semejantes modales hace tiempo que se han perdido y estamos a la merced de bárbaros incapaces de entender lo que quiere decir la molestia al prójimo. Con el añadido de que la falta de educación parece ir unida a la potencia de voz. Rogaría a AESA que, si le tiene sin cuidado ya la seguridad del vuelo, tomase en cuenta al menos la paz de los viajeros.