El año 2013 se ha caracterizado por la pérdida de prestigio americano, la continuación del declive europeo, el regreso ruso a la escena internacional, la afirmación de China como gran potencia y la ralentización del crecimiento de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Tres personajes llenan el año: El papa Francisco, Nelson Mandela y Edward Snowden. Por sus obras, por su muerte y por sus revelaciones.

Los grandes temas del clima o la pobreza no han mejorado y a este paso podemos acabar destruyéndonos como especie como les sucedió a los dinosaurios. No es para mañana pero no querer ver el problema no lo arreglará. Hay más conciencia en Europa, menos sensibilidad en los EE UU y nula en China, que solo piensa en crecer para dar de comer carne y no solo arroz a 1.300 millones de personas. China se afirma como gran potencia, envía misiones a la Luna y extiende unilateralmente sus competencias en los mares de otros, lo que incrementa la tensión con Corea del Sur y Japón mientras también sube entre estos dos últimos y Corea del Norte, un país regido por una dinastía de dementes con bombas atómicas. Por su parte, Estados Unidos trata de contener a China cercándola con áreas de libre comercio que la excluyen mientras refuerza su presencia militar en la región. Todo indica que los mayores riesgos en el futuro estarán en Asia.

Rusia con Putin ha adoptado una línea claramente nacionalista, quiere recuperar un pasado imperial perdido cuando desapareció la URSS y este año se ha apuntado éxitos en Siria, en Ucrania y dando asilo a Snowden mientras este denuncia el gran escándalo internacional del año, el espionaje masivo de las agencias estadounidenses (y británicas) que no parece que vaya a encontrar un decidido propósito de enmienda. Seguiremos igual y será inútil cuanto hagamos para tratar de proteger una intimidad que ya no existe. Lo sospechábamos, pero 2013 nos ha quitado la venda de los ojos.

Estados Unidos continuará siendo la gran potencia a pesar de que a Obama le pasa un poco como a Merkel, que es reticente a asumir el peso de la púrpura, algo en lo que tampoco le ayuda el Congreso. El prestigio americano disminuye mientras su economía sale de la crisis, camina hacia la autosuficiencia energética con el shale gas y la política interior domina la agenda de su presidente, centrado en luchar contra una oposición republicana a la vez feroz y descontrolada, en sacar adelante su reforma sanitaria y en evitar la suspensión de pagos. No es poco. El acuerdo de liberalización comercial y de inversiones del Atlántico Norte, si no descarrila, mantendrá en nuestro lado el motor económico del mundo por mucho que se anuncie el crecimiento del área del Pacífico.

Europa está en horas bajas. El año ha estado dominado por la crisis económica y paralizado por las elecciones en Alemania, que quizás ahora se muestre un poco más sensible ante los problemas de los países del sur, mientras se avizoran las elecciones europeas en un ambiente de desencanto que hace crecer los populismos y los nacionalismos egoístas con reflejos xenófobos y racistas. Europa sufre una crisis económica y de liderazgo y su influencia en el mundo decrece; como muestra lo ocurrido en Ucrania, donde Rusia ha lanzado un órdago fuerte a nuestra política de vecindad con el Este y de momento se ha llevado el gato al agua.

En 2013 no han faltado las crisis locales. En África, la olvidada, ha habido problemas violentos en Mali, la República Centroafricana y ahora mismo en Sudán del Sur, el estado más joven del planeta. La primavera árabe sigue titubeando en Túnez y Egipto. Irak no logra resolver sus problemas étnicos y confesionales tras la retirada americana y el llamado proceso de paz israelo-palestino no es proceso ni logra la paz. La guerra civil sigue en Siria donde Assad recupera posiciones mientras los rebeldes se ven dominados por las facciones islamistas radicales, lo que desconcierta a Occidente, con un resultado de más de 150.000 muertos y cuatro millones de desplazados en una auténtica tragedia humanitaria que desborda sobre los países vecinos y hace tambalearse al Líbano. La buena noticia del año viene de Irán donde la elección de Rohani quizás ayude a desbloquear el contencioso del enriquecimiento de uranio que se sospecha pueda tener fines militares. Obama necesita un éxito y por eso algunos tratarán de torpedear el posible acuerdo, algo que no apenaría a los israelíes.

Los BRICS parecen perder algo del fuelle económico, lo que no es una buena noticia para una Europa todavía en recesión y necesitada de inversiones y de exportaciones. Iberoamérica ralentiza su crecimiento, la democracia se consolida pero despierta menos entusiasmo y con el crecimiento aumentan las desigualdades que se traducen en manifestaciones y disturbios en los países más exitosos como Brasil o Chile. En Colombia avanza el proceso de paz, Uruguay ensaya una novedosa aproximación al problema de la droga, México aprueba la necesaria reforma energética y Chaves se fue al cielo en forma de pajarillo que le habla a Maduro mientras en Argentina Cristina Kirchner sigue ensayando recetas económicas originales que nunca funcionan.

Y para terminar, la buena noticia de la elección del papa Francisco, que desde el primer momento ha enviado señales claras de renovación en una Iglesia que lo necesita y donde las resistencias apenas comienzan.