El economista John Kenneth Galbraith comentaba la Gran Depresión en los términos apocalípticos de "el fin ha llegado, pero todavía no lo tenemos a la vista". Esta paradoja se hace inevitable en el momento en que Cataluña se independiza, con buenas palabras y dos preguntas en una, del PP/PSOE, ambos irrelevantes en el panorama electoral catalán. Por mucho que la torpeza de Rajoy reduzca el estallido a "algunos partidos", se ha iniciado la tercera vía de fuga, a falta de decidir si el referéndum ha alcanzado la velocidad de escape que anula el campo gravitatorio con centro en La Moncloa. El plante catalán acelerará los planes para la gran coalición PP/PSOE, la estrategia agonizante del bipartidismo para protegerse de los pujantes Oriol Junqueras, Izquierda Unida y Susana Díaz.

En el lenguaje de Baudrillard, el acontecimiento se ve empequeñecido por su repercusión. Al anunciar un referéndum de independencia, se advierte paradójicamente el peso de Cataluña en España, negado sistemáticamente en el discurso plano de Rajoy. Los síntomas de la fusión PP/PSOE se manifiestan sin veladuras. ¿Dónde se ha extraviado la célebre moción de censura que blandía Rubalcaba? En el caso de corrupción económica más grave en que se ha visto envuelto un partido de Gobierno, cada revelación sobre el caso Bárcenas es seguida por un único día de rasgado socialista de vestiduras. Cubierto este breve trámite, se olvida la crítica, la oposición se adormece en su madriguera y vuelve el compadreo.

Los puentes siempre existieron, ahora aflora la adúltera relación clandestina entre Rubalcaba y Trillo para acabar con ETA. Los efluvios del partido único podían hurtarse al vulgo cuando sólo pretendían contrarrestar el pánico a IU. Con la aparición de nuevos factores disolventes del bipartidismo, se prepara el triple salto mortal de una gran coalición si, según anuncian todas las encuestas, PP y PSOE se quedan a una distancia infranqueable de la mayoría absoluta. En la reciente rueda de prensa de Rajoy con seis periódicos europeos, no censuraba en una sola ocasión a los socialistas. Omitía cualquier alusión despectiva a Zapatero, y mucho menos a Rubalcaba. En cambio, fustigaba a partidos minoritarios que ni siquiera han visto la luz. Y por supuesto, reservaba sus dardos más acerados para el capítulo referente a Cataluña.

PP y PSOE ya no se esconden. El nuevo partido único sofoca la aparición de formaciones críticas con el poder financiero. Gracias a las medidas de Rajoy, un diputado del PSOE está más cerca de un colega del PP que de un votante del PSOE. La austeridad ha reforzado los privilegios de la élite extractiva, porque comida, alojamiento y transporte gratuitos suponen una mayor recompensa que una década atrás. En una somera aproximación, populares y socialistas comparten la visión sobre Mandela, listas cerradas, preferentes, Rey, Rato, desahucios, Afganistán, banca, Artur Mas, europeísmo, populismo, bipartidismo, Washington, corrupción, recortes, Juegos Olímpicos, Real Madrid, terrorismo, Couso, Wikileaks, hipotecas, Fundaciones „Ideas, Faes„, ejército, misiones militares en el extranjero, grandes superficies comerciales. Dado que es imposible distinguirlos, la fusión elimina confusión. En el pacto a conservar en la caja fuerte de una institución bancaria, se intercambiarán a Bárcenas con los ERE bajo la mirada absolutoria de Urdangarin.

El orteguiano Aznar consiguió que el PP pareciera progresista, Rubalcaba logrará que el PSOE se haga conservador. El plan de la coalición se desmonta si el PP gana con sus propias fuerzas y allegados, un desenlace auspiciado por los verdaderos promotores de la alianza. Por tanto, los socialistas sólo pueden perder, y jamás se recuperarán de una alianza embarazosa y ya demasiado palpable. Dado que uno de los objetivos consiste en neutralizar a Susana Díaz, se acude al enemigo exterior para combatir a la amenaza interior. La clave global de la gran coalición a la española se halla en Cómo hacerse asquerosamente rico en el Asia emergente, el excelente libro de semificción de Mohsin Hamid. "Los burócratas visten los uniformes estatales mientras respaldan secretamente intereses privados. Y los banqueros llevan uniformes privados mientras que son secretamente respaldados por el Estado". Con el doble envoltorio conservador y socialista, la verdad única se hace invulnerable. En teoría.