En política, hay expectativas irreversibles porque, una vez lanzada la idea, adquiere proporciones tan descomunales que ya no cabe en el receptáculo que la emitió. Esto es lo que ha sucedido con las "primarias abiertas" que el PSOE anunció en la reciente conferencia política de noviembre para elegir a los principales candidatos de las futuras confrontaciones electorales, en principio a los aspirantes a presidente del Gobierno y a jefe de gobierno de las comunidades autónomas que lo deseen. En la conferencia se decidió asimismo rebajar el número de avales que los candidatos deberán obtener desde el 15% de la militancia que rige actualmente en las primarias cerradas hasta el 10%. Y ayer mismo se fijaba para el 18 de enero el comité federal que decidirá la fecha de las primarias estatales.

De hecho, las primarias extendidas a los simpatizantes que quieran votar son de momento la única respuesta que los partidos han sabido dar a la grave desafección social de los últimos tiempos, cuya reprobación alcanza a prácticamente todos los elementos del sistema democrático surgido de la Constitución del 78. La irrupción en la escena pública de grandes manifestaciones populares „el movimiento 15M y colaterales„, en exigencia de mayor transparencia, de más energía contra la corrupción y de una gobernación más eficaz, apenas ha encontrado todavía respuestas concretas, salvo este elemento de aproximación de los partidos a la sociedad real; una herramienta que abate los muros que han protegido hasta ahora las burocracias oligárquicas de las organizaciones partidarias.

El ejemplo venía del progresismo europeo: en 2011, Hollande fue candidato a la presidencia de la República francesa después de competir con cinco conmilitones en unas primarias abiertas a doble vuelta en las que participaron todos los ciudadanos que quisieron después de firmar la adhesión a los valores de la izquierda y de pagar un euro. En diciembre del año pasado, la izquierda italiana „el Partido Democrático (PD)„ celebraba también primarias abiertas, que ganó Pier Luigi Bersani también en la segunda vuelta.

El PSOE, tan dañado tras la vacilante gestión de la crisis económica, tenía que coger evidentemente este testigo, y este pasado fin de semana, en la segunda convención de Barcelona del PSC, ha quedado establecido que las primaria abiertas de Barcelona será el "laboratorio de pruebas" del PSOE en las próximas elecciones municipales, que coincidirán con las autonómicas en mayo de 2015. El senador Carles Martí, líder socialista en Barcelona, resumía así la posición: "El proceso de primarias es la mejor demostración de la regeneración democrática. Ésta comienza por unas primarias abiertas. Y eso es una novedad también en el socialismo".

Las primarias abiertas suponen en efecto un reto para el partido que las celebre, ya que su preparación es tan compleja como costosa (3,5 millones de euros invirtieron los socialistas franceses en ello). Y, qué duda cabe, plantean problemas a la organización, que el PSOE ya experimentó cuando Borrell salió victorioso frente al secretario general, Almunia, en vísperas de las elecciones del 2000, y se produjo una bicefalia poco funcional. Pero no puede haber excusas para eludir el compromiso que el PSOE ha contraído con toda la opinión pública. Ni siquiera, es obvio, el temor a que los adversarios del PSOE „o del partido que celebre primarias„ boicoteen la elección interfiriendo en ella. Todo intento en este sentido sería sin duda sancionado con dureza por el electorado. Y, a fin de cuentas, cualquier candidato que reúna el apoyo del 10% de la militancia ha de ser digno de representar al partido, aunque las marrullerías de terceras personas traten de deslegitimarlo con halagos o descalificaciones.