El PSC ha conseguido este domingo sortear la presión de sus críticos, el llamado sector catalanista, que exigían al partido la adhesión prácticamente incondicional al conglomerado soberanista, y se ha desmarcado del frente nacionalista del Parlament. Pere Navarro, al frente del sector mayoritario, consiguió en votación secreta del Consell Nacional un rotundo 83,5% de los sufragios, frente al exiguo 13,3% de los catalanistas (258 votos frente a 41), en apoyo de un comunicado que, sin agradar por completo al PSOE, resulta irreprochable desde el punto de vista constitucional.

La posición del PSC, expuesta en ocho puntos, se puede resumir así: los socialistas catalanes están a favor de una consulta legal y acordada; no quieren incurrir en el error de llevar al Congreso de los Diputados iniciativas políticas de las que ni siquiera se ha asegurado su toma en consideración; alertan contra el error político que supondría fijar unilateralmente la fecha, la pregunta y el mecanismo legal de la consulta; la opción alternativa al acuerdo entre Cataluña y el Estado sería un disparate ya que una consulta no paccionada o una declaración unilateral de independencia rompería el consenso catalán; el inmovilismo de Rajoy es el peor obstáculo para el diálogo, y agrava el problema día a día; el PSC no quiere separar Cataluña del resto de España ni alzar fronteras sino tender puentes de diálogo y de entendimiento, y en este sentido no puede dar apoyo a propuestas y actitudes que busquen el enfrentamiento o que dificulten el necesario proceso de negociación y acuerdo; finalmente, el PSC declara que su prioridad es impulsar un proceso de reforma constitucional federal inspirado en la Declaración de Granada publicada por el PSOE el de 6 de julio de 2013.

Lo relevante de la postura del PSC es, en definitiva, el pleno y explícito acuerdo con el PSOE en la negativa frontal a la secesión, la coincidencia en que cualquier iniciativa referendaria no es posible sin un acuerdo previo con el Estado, y el total consenso con el partido matriz en que la solución para encauzar las aspiraciones catalanas pasa por el ´salto federal´ a través de una reforma constitucional.

El documento suscrito este domingo aclara definitivamente cuál es la posición del PSC y, lo que resulta todavía más importante, asegura la hegemonía indiscutible en su seno de los moderados partidarios de mantener el vínculo con España y deja en situación muy débil a quienes, con una exigua representación, amenazan con romper la disciplina de voto llegado el caso€ En estas circunstancias, Navarro, con el respaldo del Consell Nacional, tiene autoridad suficiente para responder con contundencia a una indisciplina que, en algunas materias sensibles, puede resultar insoportable.

Poco a poco, y tras la confusión inicial, cada cual va aposentándose en Cataluña en el lugar que le corresponde: el PSC y el PP, representantes de las dos grandes organizaciones estatales, se manifiestan claramente contra la ruptura, al igual que Ciutadans, una organización que nació reactivamente ante la erupción nacionalista del PSC tras las elecciones de 2003. CiU, el teórico nacionalismo moderado, se decanta mayoritariamente hacia la independencia en medio de grandes tensiones internas, suscitadas por la resistencia de UDC y de una parte de CDC. Y ERC y la CUP, que estos días pasados han dado muestras expresivas y chirriantes de su radicalismo, se echan al monte del asamblearismo rupturista. Con esta correlación de fuerzas, que ya ha sedimentado, la secesión se aleja precipitadamente y el problema de fondo comienza a parecer gestionable y resoluble siempre que se acopie la suficiente buena voluntad.