Cuesta trabajo saber cuál es el criterio que le lleva a un presidente del gobierno „a cualquier presidente de todos los gobiernos habidos o por haber en este reino„ a elegir a alguien para el cargo de ministro. En pura teoría, la que Maquiavelo, por ejemplo, aconsejaría aplicar a su príncipe a la hora de optar por un candidato, es de esperar que entrasen en la decisión claves como la de eficacia, talento para administrar, prudencia y don de gentes, en especial en aquello que hace a explicar a la ciudadanía las razones que llevan a proponer leyes y reglamentos. Pero a la vista de los resultados que se obtienen cabría pensar que o bien el Maquiavelo de turno anda en estado de intoxicación etílica o al presidente de turno se le cruzan los cables. Porque si creíamos que los ministros del gobierno del señor Zapatero habían alcanzado cotas insuperables de disparate, el tiempo se ha encargado de desmentir semejante idea. Las ministras Mato y Báñez, por ejemplo, no superarían siquiera el casting para una película de Almodóvar o de José Luis Cuerda sobre el cruce entre surrealismo y administración pública porque se pensaría que estaban sobreactuando. A veces me he planteado si no habrá no marcha una operación machista encubierta que consiste en situar en los ministerios a las mujeres que en ocasiones los ocupan como método mejor para desacreditar al género femenino. Pero se debe tratar de una simple sospecha paranoica porque tampoco cabe decir que los varones se salven de la quema. En especial el que ocupa ahora mismo la cartera de Educación.

El ministro Wert ha logrado lo que parecía imposible: poner a todos los españoles „catalanes y madrileños, creyentes y agnósticos, rojos y fachas„ de acuerdo en algo. Con el mérito añadido de que el propósito de fondo de la nueva ley que ha propuesto es impecable. Resulta más que evidente que la educación es en nuestro país un desastre que arrastra décadas de caída libre hasta el punto de que somos el hazmerreir dentro de todos los estudios que se hacen acerca de la calidad (¿) de la enseñanza. Que hay que cambiar de una vez por todas en busca de una ley de educación sensata se le ocurre incluso a los que suspenden en todas las materias incluidas las marías „ya saben, gimnasia, formación del espíritu nacional y religión, o sus equivalentes actuales. Pero la manera como ha tomado el ministro ese toro por los cuernos hace pensar que en realidad se creía que, más que toro, es caracol. Su última ocurrencia, la de las becas Erasmus, ha llevado a la exasperación incluso a los burócratas de Bruselas que, hasta el momento, parecían inmunes a cualquier despropósito. El portavoz de la Comisión Europea ha calificado de "basura" la noticia generada por el ministro de que los fondos para los Erasmus bajarán. Casi al mismo tiempo, Rajoy reiteraba su confianza en Wert. Será que el portavoz habló en inglés y tampoco nuestro presidente anda fuerte en idiomas.