Cuando contemplaba a Susana Diez desgranar su entusiasta discurso en la Conferencia Política del PSOE, que cerraba con la palabra España como santo y seña de toda su concepción grupal, no podía menos que sonreír porque, cerrados los ojos del cuerpo y del alma, me parecía escuchar a Rajoy en semejantes circunstancias. De pronto, el socialismo español reclamaba su seña de identidad nacional para dejarse de fruslerías propicias a desmadejar el estado de las autonomías y enfatizar el amor casi enloquecido a la patria común, puesta en duda por determinados sectores del propio partido en años recientes.

Entonces me dije a mí mismo que Susana, desarrollada su acción política en la Andalucía de los barones socialistas durante años, tenía una pasión más emocional que ideológica, característica peligrosísima para una representante de la izquierda española del momento, que debe de encararse con una economía dominante y discutida, en proceso de reorganización por obra y gracia de la derecha en el poder€ con la Unión Europea al fondo. Una Unión Europea apenas citada en la reunión de la rosa en solitario. Detalle donde los haya.

Pero dejada de lado la persona que todos los medios de comunicación definen como "la vencedora de la conferencia socialista" en detrimento de los grandes nombres del partido, antiguos y recientes, dejo caer mi opinión sobre las conclusiones de los hombres y mujeres reunidos para intentar reflotar un partido desencajado ideológica y fácticamente. Lo único realmente interesante, es lo referente a la Reforma Fiscal en todas sus derivaciones: aplausos para la valentía de poner sobre la mesa la distribución de la riqueza, de tantísima raigambre socialista y necesario contrapeso para seguir llevando adelante la política dineraria de los recortes implantados y por implantar.

Sin embargo, deducir de la citada Reforma Fiscal que un PSOE en el gobierno modificará el resto de medidas adaptadas (y previamente exigidas por Europa) desde la caída de Zapatero y el advenimiento de Rajoy, es de un idealismo casi adolescente. Todo partido europeo que se precie de realismo, tiene que contar con las medidas europeas para llevar adelante su proyecto. Y quien no me admita tal necesidad, que contemple lo sucedido al socialista Hollande, de quien esperábamos tanto, y me incluyo a mí mismo.

La realidad es la que es. Y quien no esté satisfecho, que se salga de ella y corra la aventura del corredor solitario. Pero jugueteos electoralistas para nada de nada. De ahí, mi escepticismo ante otras medidas propuestas, comenzando por intentar cerrar la puerta giratoria que actualmente une política-empresa. No me lo creo en la alta política€ aunque sería de desear en teoría.

Que tales medidas signifiquen una reorganización grupal de los hombres y mujeres de la rosa tan postmodernamente elaborada, lo pongo en duda. Esta cuestión solamente se evidenciará cuanta tengan lugar las primarias y cada quien proponga su propio proyecto. Entonces, sí que resultará constatable hasta qué punto unos y otros juegan las mismas cartas o sencillamente indican la diversidad sustancial de enfoques y por lo tanto de partido. Porque lo que está en juego y apenas se ha rozado en la Conferencia Política es lo siguiente: qué es el PSOE en realidad, si un partido de izquierda sin rebozo o matizado, como deseaba Felipe González, por medidas que hacen del mismo una socialdemocracia al uso. De tal manera que, como consecuencia, está en juego cómo responda el centro político español, que no es una entelequia, antes bien una realidad evidente.

Y al fondo, un Cayo Lara que habla y habla como quien no tiene la responsabilidad de gobernar, salvo los condicionamientos que impone en Andalucía como co-gobernante junto al PSOE y que nos permiten intuir algún matiz de cara al futuro. Porque el PSOE de la Conferencia Política, seguramente, tendrá que pactar con IU tras las elecciones generales de 2015, y entonces tengan que intentar definir un proyecto de gobernabilidad a nivel nacional que admita las tesis de ambas agrupaciones: Andalucía es una y el resto español muy diferente. Muchísimo. Una dimensión a no olvidar de cara a un futuro bastante cercano e interrogante.

En una palabra, el entusiasmo de Susana Díez no basta para definir el futuro del PSOE, aunque Rubalcaba se manifestara con semejante entusiasmo. Los callados cuentan mucho. Los ausentes, también. Y, en fin, quedan los españoles, que son los receptores del PSOE que se presente en sociedad en las primarias. Hasta entonces y mientras comienza la batalla de los candidatos, esperemos haciendo uso de una discerniente observación y no dejemos de lado opinión alguna de los grandes santones del partido.

En resumen, una cierta decepción. Quedo a la expectativa.