Acaba la temporada alta turística con excelentes niveles de ocupación, y con distintas lecturas: la de los empresarios hoteleros que confirman los buenos porcentajes de ocupación, pero insisten en bajas rentabilidades, y la de los trabajadores, que ven cómo a pesar de rozar la sobreocupación en los meses centrales de temporada, la contratación no crece al ritmo deseado, ni siquiera estos meses, y ven cómo la precariedad laboral, las larguísimas jornadas, las semanas sin conseguir librar un solo día, los salarios y los derechos menguados se extienden año tras año.

Nuestro modelo turístico camina hacia una actividad intensiva que no consigue buenos niveles de contratación, y que no da oportunidades a un entorno comercial, de restauración y ocio, que con pocos meses de actividad y poco volumen de negocio no sólo no se renueva como necesita en ocasiones, sino que no llega a subsistir y va cerrando poco a poco.

Pensemos además, que los buenos niveles de ocupación de junio a septiembre, lo son en gran parte por un turismo prestado de otros destinos ahora convulsos, que deberíamos fidelizar. Pero hay factores que, lejos de augurar mejorías, anuncian aún más problemas.

El ´todo incluído´ se extiende como una mancha de aceite que todo lo empapa. Contratado en origen o en destino, está llevando al entorno a bajísimas ventas y nulas rentabilidades. Está matando una de las potencias de nuestro destino: la tranquilidad y dinamismo del conjunto de la industria turística, que no se ha de basar exclusivamente en la necesaria calidad del alojamiento, sino además en nuestras playas y paisaje como un valor en sí mismos, que sumado a la seguridad ciudadana, la sanitaria y la actividad comercial y hostelera del entorno de nuestros hoteles, completan nuestro destino y lo diferencian de aquellos resorts del Caribe donde los turistas encuentran de todo y con entornos poco amables, prefieren no salir. Allí el ´todo incluido´ se hace más que razonable, no aquí.

Y ahora los 6 meses de apertura, incluso con 5 de actividad, acabarán de matar nuestra industria turística, y por tanto, la economía de Calvià y de grandes zonas de Baleares tal y como la hemos construido las últimas décadas.

Balears y, en concreto Calvià, está viviendo un irrefrenable proceso de acortamiento gradual de su temporada alta y media, y el cierre absoluto de su temporada baja, cada vez más duradera. Grandes cadenas hoteleras, como la del grupo Matutes, abren ya menos de 6 meses. Otras anuncian a sus trabajadores reducciones de actividad de 9 a 6 meses desde este año. En concreto, la Cadena Sol en Magaluf, con un proyecto que el PP de Delgado se apresuró a bautizar de "interés autonómico" porque ayudaría a la desestacionalización, propone, dos años después, a 190 trabajadores pasar de 9 a 6 meses de contrato. Eso significa que su rotación del paro es insuficiente, y que cada 24 meses, trabajarán 12, cobrarán del paro 4 y les quedarán 8 al pairo. Y eso es un drama que cada vez viven más y más trabajadores.

Nos están cambiando el modelo, y con él, la sociedad actual, pero también la futura. El Ministerio de Empleo y Seguridad Social publicaba el otro día que la pensión media en Balears ocupa el puesto 14 de todas las CCAA de España, a pesar de ser la 7ª CCAA en PIB per cápita. Ese es otro efecto de la estacionalidad, que se agravará sin remedio en unos años, si aceptamos estas políticas de apertura de 6 meses, pues las pensiones de nuestros trabajadores caerán a plomo por las bajas cotizaciones, si es que pueden alcanzarlas.

El presupuesto para viajes del Imserso se recortó un 25% hace ya dos años y se abandonaron los incipientes proyectos de Turismo Senior Europeo que, nacidos en 2009, empezaban a despegar y a crear una importante marca "España/turismo/senior/invierno" muy difícil de conseguir. Los Presupuestos Generales del Estado de 2014 insisten en un nuevo recorte del 5% en políticas turísticas, pasando de 623 millones en 2011 a 313 M€ en 2014, una reducción del 50%. Desaparecen también los 4 M€ que Tourespaña dedicaba a los Programas de Turismo Senior Europeo, y mientras, de forma inexplicable, el PP en Calvià vota NO a la propuesta socialista de recuperarlos.

Muchos dirán que no son la solución, pero son parte de la solución, son medidas que pueden actuar de espoleta para activar los inviernos, además de trabajar e innovar en productos y experiencias que ofrecer en temporadas medias y bajas, ligados a nuestro entorno natural, nuestro clima, seguridad y conectividad, algo que hay que arreglar como sea.

Si nos encogemos de hombros, y vemos como irremediable esta deriva de la industria turística a 6 meses, el Calvià y las Ba- lears que conocemos cambiarán. Y habrá que ver hacia dónde. La responsabilidad de unos empresarios que han nacido, crecido y se han hecho grandes aquí, debería llevarles a proteger el entorno social, urbanístico y económico, pues forma parte de lo que en definitiva es su propia empresa, el destino en el que se enraizan. Y las administraciones han de liderar acuerdos urgentes, en los que cerrar compromisos con empresarios, trabajadores, autónomos y políticos, pues el bien perseguido va más allá de la posible aritmética electoral. No se entiende que el PP en Calvià se niegue a convocar un "acuerdo social por el empleo" y siga inmóvil ante la gravedad del problema. La ciudadanía nos demanda unión y actuaciones conjuntas, duraderas y de calado para resolver los problemas fundamentales. Y éste es el principal en Calvià.

Necesitamos alzar la voz y reclamar todos los esfuerzos posibles, a todas las administraciones, para que se bajen nuestras tasas aéreas, incrementen la conectividad, se baje el IVA turístico y se potencien, en vez de recortar, programas de turismo senior.

Hoy el turismo es nuestro monocultivo económico. Si dejamos reducir su actividad a 5-6 meses, nos veremos abocados a buscar otras soluciones para no tener que emigrar. Y el problema es que, a medio y corto plazo, no tenemos alternativas. Trabajemos, por tanto, juntos por nuestro turismo.

*Portavoz Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Calvià. Secretario General del PSOE Calvià