El Tribunal de Cuentas ha emitido un informe sobre la contabilidad de 29 partidos políticos en el que se constata que estas entidades han recibido, en los tres últimos años, de los presupuestos públicos 850 millones de euros. Esta cantidad en forma de subvención parece desmesurada especialmente por tener origen, el dinero, en los impuestos que pagan los ciudadanos. Nada habría que decir si fuese procedente de aportaciones de los afiliados. El comportamiento y el uso que hacen los partidos de estas subvenciones está a la vista, un escándalo tras otro, retribuciones en "B" a sus dirigentes, ingresos procedentes de comisiones por adjudicaciones de obras y contratos con la administración, irregularidades fiscales y contables, en fin un comportamiento nada ejemplar.

Las democracias occidentales y los sistemas electorales se sustentan en los partidos políticos, cierto, pero el proceder irregular de estas organizaciones y su falta de trasparencia conduce a que la ciudadanía rechace su existencia. Si además se agrega que el sistema de representación en España se vehicula a través de listas cerradas, se llega fácilmente a la conclusión de que los partidos "expropian" a los electores doblemente, por un lado sus dineros, vía impuestos que acaban en subvenciones y por el otro sometiendo su voluntad política con la imposición de candidatos en las listas electorales. Y de ahí se explica el linchamiento moral y publico que sufren los políticos actuales, y el rechazo hacia estas organizaciones. En este sentido Jean Jaques Rousseau, pensador revolucionario, autor de ´El contrato social´ ya sostenía que "corresponde a la naturaleza de las facciones políticas, en su forma de actuar, el sacrificio del interés general". Evidentemente discreparíamos de tan radical afirmación.

Los partidos políticos, no obstante, son necesarios, para que las personas se puedan agrupar conforme a sus afinidades políticas y con la intención de conseguir determinados fines generales. Esto debería ser así, con limpieza, honestidad y libertad y los programas habrían de ser cumplidos. No es admisible hacer propuestas y promesas en campaña electoral y al llegar al poder no cumplir nada de lo prometido o hacer justamente lo opuesto. Esta forma de actuar conduce inexorablemente a un abismo político. The Economist en un reciente artículo trataba de "sleepwalkers", sonámbulos, a algunos líderes políticos europeos, Angela Merkel, Francois Holande, Mariano Rajoy, Enrico Letta, decía que se dirigen, sin darse cuenta, al precipicio, precisamente por no hacer lo que anunciaron que harían si llegaban al gobierno y en algunos casos hacer justamente lo contrario.

La verdadera naturaleza de los partidos se conocería si se sostuvieran con las aportaciones de sus afiliados exclusivamente, como ocurre con la mayoría de asociaciones, entidades sociales, clubes etc... de lo contrario estamos ante unas estructuras, unos cuerpos desvanecidos, que se mantienen únicamente gracias a la subvención y el enchufismo.