En vísperas de la conferencia política, el PSOE anunció que un grupo "de ex dirigentes de Izquierda Unida" „rezaba la principal información publicada„ participará activamente en la citada reunión. En dicho grupo estarían "personas vinculadas al diputado de IU Gaspar Llamazares y tienen el apoyo del exjuez Baltasar Garzón y el rector de la Universidad Complutense, José Carrillo". Todos ellos habrían firmado una sorprendente ´carta abierta´ titulada "El objetivo es derrotar a la derecha" que se publicaba el pasado domingo en el periódico de más circulación.

La conferencia política era, es, una institución generalmente destinada por los partidos a la reflexión ideológica, a la revisión programática. En este caso, el PSOE ha querido que fuese así singularmente, y para ello Ramón Jáuregui ha preparado una voluminosa ponencia, francamente bien trabajada, que aborda diversos aspectos de los fundamentos doctrinales del partido socialista, el genuino representante del centro-izquierda español, con lazos de familiaridad con otros partidos semejantes en la Unión Europea y en otros continentes. Y tanto se ha querido centrar la reunión en el ideario que se ha aplazado para otra ocasión el conjunto de cuestiones orgánicas „especialmente, el replanteamiento del liderazgo con la elección del candidato a las próximas elecciones generales de 2015„ que podrían distraer a los congregados „representantes de la militancia y de la sociedad„ de la tarea principal. Dicho lo cual, parece que el objetivo socialista debe ir algo más allá de "derrotar a la derecha" simplemente.

Así las cosas, los promotores de la pintoresca ´apertura´ deberían explicar a qué se debe la invitación a un sector de Izquierda Unida, que a todas luces no representa a esta organización si hay que juzgar el hecho por el mal humor de Cayo Lara al conocer el trasvase. Pero sobre todo debería aclararse qué pinta en un acto orgánico del PSOE el exjuez Garzón, cuyo viaje poco decoroso de ida y vuelta a la política en tiempos de la presidencia de Felipe González terminó con la instrucción del ´caso GAL´, que a punto estuvo de alcanzar al propio jefe del Ejecutivo. Que ahora este controvertido juez sea celebrado por el partido socialista como un apoyo de prestigio resulta tan irónico como absurdo.

Pero no sólo produce estupor la presencia de Garzón: se supone que el PSOE buscará en su conferencia las fuentes de la socialdemocracia, que es la corriente ideológica que disputa en Europa a los conservadores la hegemonía. Y suponer que dicho manantial está en algún recoveco de Izquierda Unida resulta de nuevo incomprensible. Porque si es cierto que muchos destacados políticos de IU, del entorno de superviviente Partido Comunista, han emigrado al PSOE en las últimas décadas, jamás se había dado el caso de que los socialistas fueran a buscar inspiración en aquellos circuitos.

Me cuentan que la idea de semejante mezcolanza ha sido de una encumbrada dirigente del PSOE y de una exministra procedente de IU. Rubalcaba no se habrá atrevido a contradecirlas y Felipe González habrá estallado en cólera. De cualquier modo, en medio de esta ambientación no será fácil pulir las bien urdidas propuestas de Ramón Jáuregui, secundado por eficaces conmilitones entre los que es justo mencionar a Valeriano Gómez. Todo lo cual conduce a una conclusión decepcionante: lo que el PSOE necesita no es un gran esfuerzo de elaboración teórica de un nuevo programa -lo que hay que hacer está bastante a la vista-, sino ponerse en marcha tras un liderazgo seguro, capaz de ilusionar al deprimido hemisferio de babor.