En cifras redondas, la vida sobre la Tierra tiene 3.400 millones de años, y le quedan 2.800 millones más. Por lo tanto, estamos más cerca del final que del principio. Y además, no depende de nosotros. A la vida se la va a cargar el Sol, su gran fuente de energía, el astro protector al que invocamos desde la antigüedad, y que hoy enarbolamos como símbolo de la defensa del planeta: el Sol risueño de los ecologistas.

Al amparo de su energía podríamos vivir sin los combustibles fósiles que agravan el efecto invernadero, el calentamiento global y el cambio climático, todos ellos amenazas graves para el futuro de la biosfera. Pero será el Sol quien nos elimine, y usamos la primera persona con una cierta amplitud conceptual, porque no es muy seguro que cuando el proceso empiece, dentro de 500 millones de años, quede en pie algo pareciendo a la especie humana.

Al principio fueron los microbios, y al final llegarán sólo los microbios. Los restos fósiles localizadas indican que los primeros microorganismos se alimentaban de azufre, en aquel planeta primigenio sin oxígeno. Luego la cosa se fue complicando, hasta la presente diversidad. Y parece que al final también llegarán solamente los microorganismos, dentro de 2.800 millones de años según, el calendario elaborado por el astrobiólogo Jack O'Malley-James, de la universidad escocesa de Saint Andrews.

He aquí como sucederá. El Sol nos enviará cada vez más luz y más calor, la atmósfera se llenará de vapor de agua, y al mismo tiempo los niveles de dióxido de carbono (CO2) se irán reduciendo. Dentro de unos 500 millones de años, la carencia de CO2 impedirá que las plantas hagan la fotosíntesis y empezarán a morir. Tras las plantas se irán extinguiendo los animales, que necesitan las plantas por razones alimentarias y por su oxígeno. Y al final sólo quedarán los microbios más resistentes, pero también lo tendrán negro, porque la evaporación de los océanos convertirá el planeta en un gran horno con temperaturas por encima de los 140 grados, que significan la destrucción del ADN y el final de la vida.

De la vida, pero no de la Tierra, que continuará girando muchos millones de años más hasta que la expansión del Sol, en su obesa agonía, la devore. Y nosotros, aquí y ahora, estamos convencidos de que podemos salvar el planeta con las energías renovables. Un poco más de modestia, por favor.