La lista Forbes de las grandes fortunas españolas homenajea a los empresarios de Balears. Tenemos hoteleros muy ricos, aunque con su permiso aquí los llamaremos muy caros. En proporción a su tamaño, nuestra comunidad debería aportar dos nombres a la lista, y son siete si desglosamos a los hermanos Juan y Carlos March, que también figurarían en la relación por separado. Además de ellos, Fluxá, Escarrer, Barceló, Riu y Matutes por este orden, los sospechosos habituales. No sólo cuadruplican la presencia estadística balear, acumulan 6.000 millones de euros. Es elemental reconocer que los han ganado, pero a menudo se olvida que Mallorca los ha perdido, porque ningún índice colectivo refleja esta riqueza. O porque la monstruosidad de son Espases lleva la firma de March&Fluxá, grandes accionistas de ACS.

La fortuna acumulada por los grandes hoteleros equivale a los salarios percibidos por ¡todos! los trabajadores de Balears en un año. No nos detendremos en la fácil demagogia de que March (2.200), Fluxá (1.100), Escarrer (900), Barceló (850), Riu (700) o Matutes (350) equivalen a 50 mil mallorquines, cuando el día tiene 24 horas para cada ser humano. Recordaremos que si voluntaria o fiscalmente se desprendieran del diez por ciento de su riqueza, se hubieran creado 30 mil puestos de trabajo.

Nadie puede dudar de que la fortuna de los hoteleros se logra explotando el sol, el mar y las condiciones naturales que han degradado. La intersección de Forbes con los datos del paro demuestra que esas fortunas no han creado empleo, una maniobra que repercute en sus ingresos. La cesión del treinta por ciento de su riqueza dejaría a Balears sin un solo parado, y a March (1.400), Fluxá (700), Escarrer (600), Barceló (600), Riu (450), Matutes (240) con los millones de euros entre paréntesis y un paraíso recobrado para el turismo. Se alegará que, en esa hipótesis, sacarían sus fortunas y sus residencias a otras geografías. El dinero ya se lo han llevado, y en el mundo no hay otro sitio como Mallorca.