José Arregui, doctor en teología y profesor en Deusto y Vitoria, conferenciante este pasado lunes en el club DM, entrevistado por I. Olaizola, opinaba sobre las reacciones de las víctimas del terrorismo a la sentencia del tribunal de Estrasburgo, así como sobre el aborto o el matrimonio homosexual, que puede ser de interés comentar. Decía a propósito de la sentencia "entiendo perfectamente la ira, el rencor y los deseos de venganza que pueden albergar las víctimas de ETA, así como su intento de que todo este conflicto acabe con vencedores y vencidos. Pero estos deseos son tan sólo la expresión de un dolor no superado y satisfacerlos no servirá para que estas heridas se curen". El gobierno "debería acompañar a las víctimas en su dolor. Que saque lo mejor de ellas, no lo peor. Que no las lleven más allá de una interpretación penalista a la venganza. El hecho de sufrir más pena de cárcel no contribuye a que sufran menos. El artículo 25 de la C.E. especifica que la pena de prisión está pensada para evitar que los delincuentes cometan más delitos y con el objetivo de reinsertarlos". Al señalarle el entrevistador de que le pueden acusar de más cercanía a ETA que de las víctimas, responde: "Sí, pero no es así. Nadie comete una violación o un asesinato si no ha sufrido una violencia similar en sus carnes".

Ser doctor en teología no garantiza ser doctor en sabiduría, no garantiza nada. El teólogo, de una manera torticera y maligna, contrapone la imagen de unas víctimas huérfanas del sentimiento cristiano de "amar a tus enemigos" y rebosantes de los sentimientos tan humanos como negativos de la ira, el rencor y la venganza, a la de los etarras que se han visto compelidos de forma trágica a la violencia del asesinato "por haberlo sufrido en sus carnes". Una reacción humana no carente de fundamento ante la agresión del Estado. Si esto no es justificación del terrorismo, debe ser algo parecido, pero que estremece igualmente. Establece no se sabe qué agravios contra los vascos que explicarían la violencia terrorista. Pues no se puede referir a la ignominia de los GAL, que no fue sino una de sus consecuencias. A ello sólo se puede responder como lo hacía Castellio contra Calvino: "Matar a un hombre no será nunca defender una doctrina, será siempre matar a un hombre".

En realidad, el artículo 25 de la C.E. lo que dice es que "Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán ´orientadas´ hacia la reeducación y reinserción social". Se podría filosofar acerca de las diferencias entre venganza y justicia. De su manipulación por la política tuvimos un claro ejemplo por la declaración de Obama "se ha hecho justicia" cuando el asesinato de Bin Laden por los Seal de la fuerza naval americana. Pero no siempre sus fronteras son nítidas. De hecho, la venganza de la víctima se suele entender como tomarse la justicia por su mano. Se hace justicia cuando se aplica la pena, no por parte del ofendido, sino por la comunidad, y a través de un procedimiento establecido. Es una cuestión de forma, pero en ambas hay una pena que pagar. Así la define la RAE : Castigo impuesto conforme a la ley por los jueces o tribunales a los responsables de un delito o falta. En otra acepción: Dolor, tormento o sentimiento corporal. Es decir, por mucho que se encubra, reaparece inevitablemente „aunque rebajado„ el viejo código del Talión: pena por pena. Es inevitable porque sin él no hay orden posible. Otra cosa es que se tenga el objetivo de que, cumplida la pena, se produzca la reinserción social.

Que condenas de cientos o miles de años por asesinatos múltiples se puedan saldar con diez y siete años de cárcel por delincuentes que, además de no haber mostrado señales de arrepentimiento ni de pedir perdón, en algún caso han vuelto a reincidir en los asesinatos, es motivo más que suficiente para mostrar la indignación por la irresponsabilidad de una clase política que hasta el año 1995 no abordó la reforma del código penal de 1973. El problema no radica en el tribunal de Estrasburgo, que seguramente no tenía otra opción jurídica, sino en la irresponsabilidad de los gobernantes que se sucedieron hasta 1995, Suárez y Calvo Sotelo de UCD y González del PSOE. Si este conflicto no termina con las víctimas y la democracia como vencedores y ETA y sus apoyos políticos es que, como parece desear el teólogo, quien triunfa es el nacionalismo terrorista y quien pierde, la democracia y las víctimas.

Aborda el teólogo el matrimonio homosexual diciendo que es un anacronismo ir en su contra. Que lo que importa es la calidad del amor, independientemente de si la pareja es homosexual o heterosexual. Yo estoy a favor de las uniones cívicas. La RAE define al matrimonio como unión de hombre y mujer, la unidad reproductora. De momento no se ha impuesto la neolengua a su diccionario. Ya saben el mantra de Zapatero: "Las palabras deben estar al servicio de la política". Como Gran Hermano y Joseph Goebbels. Si lo que importa es la calidad del amor y no la función reproductora en el matrimonio, ¿por qué limitarse al matrimonio de dos hombres o dos mujeres? ¿Por qué no tres, o cuatro, o más? ¿Dónde está la lógica?

Respecto al aborto, no le parecen equiparables el preembrión, un embrión de tres meses y un feto, porque no son realidades equivalentes. A mí también me parece inhumano aplicar pena de cárcel a la mujer en caso de aborto, pero no es lo mismo su despenalización en determinados casos que afirmar que sea un derecho de la mujer. En todo caso, el nacimiento es un simple hito cronológico del desarrollo de un ser humano desde su concepción hasta su muerte. Tampoco el recién nacido es una realidad equivalente a un adulto y sin embargo el acabar con su vida es calificado como asesinato en la misma medida que puede serlo el acabar con la vida del adulto. Todas esos sofismas encubridores del ser auténtico de las cosas no son sino monsergas vergonzantes sin la más mínima coherencia ni lógica, de gentes sin norte moral. La rendición absoluta del pensamiento serio y riguroso a la frivolidad sin par de una posmodernidad sin anclaje en los valores humanos. Teólogos nihilistas.