En Cataluña, el independentismo ha sido hábilmente entronizado por sus partidarios como el gran valor positivo del debate. Como suele suceder con las causas patrióticas alentadas por nacionalistas, la autodeterminación se convierte rápidamente en el bien absoluto, en tanto quienes ponen en duda la pertinencia de la secesión se convierten en malos patriotas, en traidores a la causa común. En estas circunstancias, la defensa pública de una posición distinta de la jaleada, con todo el ritual y con la consiguiente carga de emotividad, por los nacionalistas, requiere madera de héroe, y en todo caso quienes opten por dar estas muestras de valentía tendrán que soportar el ataque inclemente de sus antagonistas.

Duran i Lleida, presidente de Unión Democràtica de Catalunya, una formación democristiana fundada en 1931, federada con Convergència Democrática de Catalunya, la organización fundada por Jordi Pujol, desde 1978, no es independentista. La discrepancia con CDC en el seno de la federación ha creado tensiones pero no ruptura, y el propio Duran padece en carne propia la incomprensión de los nacionalistas más fogosos, que critican su falta de fervor. Y Duran, actualmente portavoz de CiU en el Congreso de los Diputados, ha publicado un largo artículo en La Vanguardia en el que, a la vez que declara no ser independentista „cita a Coll y Alentorn y su frase "no sentimos la histeria del separatismo"„, sostiene la tesis de que lo importante para que Cataluña se consolide como nación es la plasmación del "derecho a decidir" en una consulta, en la que los catalanes puedan votar después de haber debatido abiertamente las distintas opciones. A continuación, si se consigue una consulta legal, Duran intentará que no prospere el independentismo sino otras opciones que avancen hacia su desiderátum: una Cataluña inserta en "una España plurinacional, pluricultural y plurilingüística con un modelo confederal".

El artículo en cuestión, escrito claramente a la defensiva, llega a exhibir la impecable hoja de servicios de UDC en favor del "derecho a decidir" por si alguien pudiera pensar otra cosa, y resulta todo él una verdadera pirueta dialéctica. Porque, en democracia, las sociedades deciden constantemente a través de las elecciones tasadas pero sólo cuando existe un problema identitario en el que una parte de la ciudadanía quiere cambiar el modelo institucional se plantea la necesidad de un referéndum de autodeterminación. Es, en definitiva, evidente que quien reclama una consulta para colmar el "derecho a decidir", lo que pretende es la secesión. No es concebible, en fin, que quien no quiere separarse vaya proponiendo actos de democracia directa para que se constate que disfruta de soberanía. Y decir otra cosa es, como mínimo, una evasiva (algunos pensamos que es directamente una estupidez).

Por plantear la objeción con más claridad, si Duran i Lleida no quiere la independencia de Cataluña „y lo mismo puede decirse de Pere Navarro, el líder del PSC„, lo más sensato sería que no la impulsara a través de un extemporáneo referéndum. Porque sin duda Duran i Lleida, que es persona leída y cultivada, sabe perfectamente que la democracia más profunda, la que mejor expresa la voluntad general, no es la plebiscitaria, la asamblearia, la que se manifiesta espontáneamente sin intermediarios en consultas directas, sino la semidirecta, la parlamentaria. Por eso los dictadores „todos ellos„ gobiernan a golpe de referendos, al tiempo que rehúyen cuidadosamente la institución parlamentaria. En definitiva, el referéndum no es la prueba del nueve de la libertad, sino la evidencia de que se quiere que el debate racional no frustre los designios de los sentimientos irracionales.

*Twitter: @Apapell