La noticia de hoy es la incorporación a la huelga de educación de José Ramón Bauzá y Joana Maria Camps. Ambos se ausentaron de la inauguración de curso en la Universitat, en una conmovedora muestra de solidaridad con los docentes, alumnos y padres que reniegan de la aplicación del TIL. Este comportamiento a favor de los huelguistas desmonta los infundios sobre la pretendida insensibilidad del farmacéutico. A ambos les será descontado escrupulosamente su salario de la jornada de ayer, porque cuesta justificar que el presidente y la infraconsellera tuvieran que atender compromisos más urgentes que la cita universitaria. Los tres mil euros diarios que el Govern de Bauzá paga a la farmacia de Bauzá están libres de recortes.

El farmacéutico ha desenterrado incluso su polo Ralph Lauren verde OTAN, que luce estos días mientras desenvaina su sable frente al espejo de media luna del vestidor de su piso de un millón y medio de euros. La huida de la inauguración universitaria por miedo queda descartada. José Ramón Bazuka acredita un coraje castrense, y sólo retira sus carros de combate ante los carritos de la compra de las grandes superficies. En cuanto a la infraconsellera de Educación, actuó de acuerdo con su declaración de que se vivía una apertura de curso normal, por lo que se quedó dormida.

La huelga a rajatabla de Bauzá y Camps obliga a delegar la búsqueda de soluciones civilizadas al conflicto. Nada menos que el alcalde de Sa Pobla, del partido de costumbre, pide diálogo ante la marea verde desatada en su municipio. Por desgracia, el farmacéutico considera que la negociación es una debilidad que se cura con las armas. Siempre le queda el apoyo del Instituto de Política Familiar, que denuncia la obscenidad de las profesoras que hacen huelga con la falda por encima de las rodillas, y exige la garantía del infierno para ellas. Hace un año, Rafael Bosch acudió a la inauguración del curso universitario, en la convicción de que sería abucheado por quienes defienden sus mismas ideas.