Con ocasión de la escasez de harina en Francia, se atribuye injustamente a María Antonieta el opcional "que coman pasteles", una versión primitiva del Que se jodan popularizado por el dúo cómico Fabra&Rajoy. Las emperatrices han sido rebajadas a reinas, pero la pulsión dietética permanece. Sofía de Grecia, Reina de Mallorca, propone la captación de comida para los necesitados en los cruceros que atracan en Palma. La iniciativa fue difundida por Mateo Isern tras una visita al Banco de Alimentos. El acto contó con la asistencia de Ana Mato de Gürtel, que visitó la isla con el único propósito de jalear a la esposa del Rey y desentenderse de la sanidad balear.

La alcaldesa de Cádiz cree que los desfavorecidos han de estar además incomunicados. La todavía ministra de Sanidad apadrina un acto en que las personas a quienes nadie regala un Jaguar han de colocarse junto a un trasatlántico, para competir con las gaviotas en el reparto de los despojos del banquete. Dos errores subyacen bajo esta interpretación. En primer lugar, la cronificación de la pobreza, la consolidación de la clase de los "sobrantes" que la España del XIX ya catalogó, junto a vagos y maleantes. Su solo enunciado atenta contra la Constitución. En segundo lugar, la convicción de que Mato siempre tendrá a alguien que le pague un camarote de crucero en primera, con confeti y un ropero donde refugiar su caridad.

Nos centraremos en los datos. Olvidando por un segundo a los necesitados actuales, decenas de miles de mallorquines están a sólo una nómina, un subsidio de paro o una pensión -propios o ajenos- de engrosar las listas de quienes no pueden pagarse la manutención. Toda sociedad se halla a tres almuerzos de la revuelta popular. La ceguera de una miembro del Gobierno ante este acuciante drama demuestra que no tiene ninguna prisa por invertirlo. Además, una Reina exiliada debería recordar la estrecha frontera entre la miseria y la opulencia. Para información de la ministra, los cruceristas tampoco están a salvo. Todos viajamos en el mismo Titanic.