Cuando yo tenía 13 años el cometa Halley pasó cerca de la Tierra cumpliendo su ciclo sideral. En la radio y la televisión decían que se trataba de una ocasión única. Había que mirar el cielo para ver ese punto brillante y retenerlo en la memoria porque tardaría 76 años en regresar. así que ser humano solo dispone de una oportunidad en toda su vida para verlo.

Yo me lo perdí y puedo decir con toda certeza que jamás veré el cometa Halley en vivo. Tampoco podré disfrutar de nuevo del espectacular paisaje de la Serra de Tramuntana entre Andratx y Estellencs que ardió hasta desaparecer este fin de semana en uno de los desastres ecológicos más monstruosos que ha sufrido Mallorca. A diferencia del caso del cometa, sí puedo decir que vi este paisaje, lo disfruté y lo adoré, lo cual no resulta un consuelo, sino todo lo contrario.

Cuando tenía que ir a Estellencs desde Palma elegía siempre la ruta que va por Andratx, sensiblemente más larga pero, en mi opinión, mucho más hermosa. Al salir de la rotonda donde se ubica el edificio de la policía empezaba la aventura: un bosque de pinos viejos, oscuro y frondoso. A mí me gustaba bajar la ventanilla y apagar la radio para empaparme de su silencio, del bufido del viento entre las ramas y de los sonidos de la naturaleza. También me gustaba lanzar miradas a las profundidades de esta masa verde, respirar su humedad e imaginar mundos secretos escondidos detrás de las piedras grises y de los troncos.

Este espactáculo verde y azul desapareció tras dos días de infierno. Los aviones y helicópteros sobre nuestras cabezas, luchando incansablemente contra el monstruo, no pudieron evitar que cerca de 2.000 hectáreas se consumieran por el fuego dejando tras de sí un paisaje post apocalíptico de troncos negros y tierra quemada. Hoy circular por la carretera que conecta Andratx y Estellencs es atravesar un gran cementerio de árboles. No queda ni un hálito de vida en estas montañas. Una visión desagradable y dolorosa, especialmente para los que pudimos ver y admirar este lugar.

No existe consuelo. Como el caso del cometa Halley, tal vez sean mis hijos, ya en el otoño de sus vidas, los que puedan volver a ver este bosque mágico en su esplendor. Los expertos estiman que en el mejor de los casos harán falta al menos 50 años pero nadie puede asegurar que en todo ese tiempo a nadie se le ocurra hacer una barbacoa y arrojar las brasas sobre hierba seca. Lo que sí se puede hacer, para evitar que otra catástrofe como ésta se repita, es adoptar las medidas de prevención necesarias que reduzcan al mínimo el riesgo de incendios.

En Mallorca parece que hay dinero para todo: para construir carísimos velódromos en los que no corren bicicletas o faraónicos edificios de hormigón en la fachada del paseo marítimo de Palma; también hay dinero para mantener televisiones públicas deficitarias e instituciones ornamentales y absolutamente prescindibles como el Consell Insular. Y por supuesto, hay dinero para que uno y otro bando puedan mantener viva la guerra de las lenguas. Sin embargo, según parece no hay recursos económicos suficientes para limpiezas forestales y cortafuegos.

En Alemania conservan los viejos campos de concentración nazis que pueden visitarse gratuitamente para que las generaciones posteriores a la guerra sepan hacia dónde conducen la barbarie y la estupidez. Tal vez deberíamos nosotros hacer lo mismo y dejar visible esta imagen de destrucción como recuerdo permanente de nuestra ignorancia e irresponsabilidad.

*UPyD Baleares