Los pollticos, gobernantes y oposición, necesitan un reposo estival, merecido o no. Pero también los ciudadanos nos hemos ganado a pulso un descanso de unos y otros, especialmente de aquellos que han convertido su actuación política en una profesión. Lo único que les suplicamos es que durante este verano hagan un esfuerzo para regresar al planeta Tierra habitado por humanoides implicados en situaciones personales y familiares difíciles. Dejen, al menos durante el mes de agosto, de practicar su oficio de político. Regresen, aunque sea temporalmente, a los quehaceres habituales de simples ciudadanos.

Dejen de obsesionarse cada mañana en escudriñar como les tratan los distintos medios de comunicación. Dejen descansar a sus gabinetes de prensa cuya misión básica es ofrecer a sus jefes su correspondiente resumen de prensa. Tal obsesión, que frecuentemente adopta síntomas neuróticos, les obliga a adaptar su agenda para contrapesar los "malos tratos" de tal o cual periódico, radio o televisión. Algún director de prensa supo, y sabe hacer, uso de tal síndrome. En mi ingenuidad me atreví a aconsejar a un amiguete político, sin ningún éxito, que sólo accediera a los medios una vez concluida su jornada.

Les pedimos un segundo esfuerzo. Dejen de cotorrear de "cosas políticas" durante este verano. Comprendo que les resultará muy díficil, dado que su quehacer habitual es conversar de "más de lo mismo" incluso en desayunos, meriendas, comidas y cenas. Olvidense por un mes de sus "compas" políticos. Regrese sin ínfulas a su bar de siempre. Juegue al mus o al parchis con sus amigos de siempre, si los conservan. Tales amigos, pobablemente, serán los únicos con que podrá contar si un día la política le abandona o usted decide abandonarla.

Deje en el armario por unas semanas su hiperactividad. Siendo consciente de que nadie es imprescindible ni necesario, deje de centrar sus quehaceres estivales en asistir a festejos oficiales u oficiosos rodeados de pelotilleros, "pijillos" y similares. Recupere sin prisas la calle, sin pensar como Fraga que la calle es suya. Mire, observe y escuche. Vaya alguna vez a comer un menú del día en una casa de comidas normalilla. No se preocupe, lo más probable es que nadie le reconozca, entre otras razones porque la mayoría de ustedes son unos perfectos desconocidos para la inmensa mayoría, más allá del coche oficial, guardias de seguridad, traje y corbata, y moda in. Para que vean que mi comentario tiene visos de realidad, les cuento una anécdota. Tenía un amigo de relativo postín político En los veranos coincidiamos en la misma playa donde el se paseaba con una tabla de surf. El me saludaba una y otra vez, yo no le devolvía el saludo porque me resultaba un perfecto desconocido sin traje, corbata y otros abalorios.

Una casi última recomendación: practique el dolce far niente, léase simplemente no hacer nada. No se inquieten, no les pedimos que se conviertan en comtemplativos, ni en compañeros (ni tan siquiera temporales) de los ermitaños de la cartuja de Valldemosa. Simplemente que sepan yacer en un balancín mientras participa de una puesta de sol o de un buen paisaje. No se inquieten, no les aconsejaré la lectura de un buen libro.

Para concluir dos anecdotas personales, por si pueden serlen útiles. En la primera legislatura democrática los socialistas gobernábamos en coalición en Calvià, y a mi me correspondió la responsabilidad de urbanismo y turismo. El pacto se rompió y pasamos a la oposición, naturalmente por decisiones urbanísticas que afectaban a determinados personajes. Recuerdo que, después de unos días, me dirigí personalmente al alcalde para agradecerle mi cese. Me observó estupefacto. Le dí mi motivación: "comenzaba a sentirme atraido por el poder". No comprendió mi explicación. Más tarde, cuando accedí al cargo de teniente de alcalde del Ayuntamiento de Palma, un funcionario me dió un buen consejo: "No olvides que tú eres interino en el cargo, no es de tú propiedad".

Amigos políticos, aprovechen este verano para recuperar su faz humana, los ciudadanos se le agradeceremos e incluso quizás les votamos. No se consideren los reyes del mambo, porque no lo son. La política en mayusculas es imprescindible, pero las personas físicas que ejercen las distintas funciones (incluídas las presentes) no son imprescindibles, ni tan siquiera necesarias, y en algunos caos no deseables. Sic transit gloria mundi.