Miente Rajoy cuando sostiene ante el Parlamento que "creí en la inocencia de Bárcenas hasta que llegaron datos de cuentas millonarias en Suiza". Conforme se acreditaba que el tesorero nombrado por él había acumulado 50 millones inseparables de su gestión en el PP, el presidente del Gobierno mantuvo la estrecha relación. No sólo a través del móvil, también negándose a formular prevención alguna, mientras sus lacayos esparcían la doctrina oficial de que "no es delito tener cuentas en Suiza". La amistad entre los dos personajes entrañables se mantiene tras la publicación de la contabilidad b, cuando Rajoy le implora un desmentido de su caligrafía. Es decir, el líder popular colaboraba íntimamente con un presunto delincuente en la eliminación de pruebas.

Contra la versión presentada sin sonrojo ante el Parlamento, fue Bárcenas quien perdió la confianza en el presidente del Gobierno, que sólo rompe lazos con su tesorero cuando el hoy preso detalla las sombrías finanzas del PP. Por tanto, Rajoy volvió a comportarse con la cobardía de quien afronta una situación que desestabiliza al Estado cuando el daño causado es irreversible. El tesorero siempre ha llevado la iniciativa de una relación de pago, porque ni el propio inquilino de La Moncloa se atrevió a desmentir los periódicos sobresueldos recibidos de la contabilidad b.

Cuando Rajoy cita ante el Parlamento la fiscalización de su partido a cargo del Tribunal de Cuentas, olvida el detalle curioso de que los datos eran presentados ante la citada institución por un tal Luis Bárcenas. Por lo tanto, carecen de valor según el criterio presidencial. Como mínimo, el presidente del Gobierno creó el caldo de cultivo idóneo para que su tesorero llevara a cabo la madre de todas las evasiones fiscales, una forma indirecta de financiación rentable para los involucrados. Descubierto el pastel en que ambos participaban, porque el responsable de una empresa no puede ser ajeno a la falsa contabilidad en su seno, Rajoy siguió financiando a Bárcenas a razón de 200.000 euros anuales y múltiples prebendas.

Miente Rajoy cuando habla ante el Parlamento de "marrullerías", "papeles arrugados" y "fotocopias", o cuando concluye que "el único hecho probado hasta hoy es el dinero de Bárcenas en la banca suiza". Aunque sólo lee Marca, alguien de su caro entorno debió comentarle el auto de la Audiencia Nacional que confirma el encarcelamiento de su amigo Bárcenas. Los tres jueces advierten "indiciariamente la perpetración de un delito contra la hacienda pública, sin perjuicio de otros muchos relacionados con malas prácticas políticas, incluidas las entregas de dinero a personas sin existir justificaciones para ello y soslayando la documentación oficial". Por supuesto, el presidente del Gobierno siempre puede esgrimir que los "delitos relacionados con malas prácticas políticas" se refieren al PSOE. Al fin y al cabo, considera que el dinero negro cobrado por él "es de justicia".

Miente probablemente Rajoy cuando afirma ante el Parlamento que "un buen día" le sorprendió la imputación de Bárcenas. Pasando por alto que el descubrimiento de una red de corrupción en el partido que preside sea "un buen día", la versión ofrecida por el tesorero difiere sensiblemente. Ese "buen día", se dirigió al despacho de su presidente con una copia de los ingresos y pagos registrados durante años, y cuatro mil euros del remanente en la caja. El presidente del Gobierno "metió la documentación en la trituradora de papeles y lo destruyó". Rajoy se habría quedado con la cantidad sobrante, de la que nunca más se supo. "Es de justicia", sin duda.

Miente Rajoy, vista su actuación con la trituradora, cuando sentencia ante el Parlamento que "se ha pagado por un trabajo, se ha pagado en blanco y se ha incluido el pago en la contabilidad". El presidente del Gobierno deberá resignarse a que un lector suspicaz pueda considerar más aceptable la versión de Bárcenas, al afirmar sencillamente que "se entregaba el dinero en efectivo directamente en un sobre, lo normal es que no se firmase recibo y no se hacía ninguna retención". En fin miente Rajoy aunque sea por ignorancia, al reclamar su derecho al silencio ante las sucesivas acusaciones. La Audiencia Nacional, y no el juez Ruz, recuerda que cuando hay "pruebas", el "derecho al silencio no es algo neutro ni indiferente para el tribunal", con acopio de jurisprudencia al respecto del Supremo, Constitucional y Estrasburgo. Después de financiar durante años a Bárcenas, Rajoy se ha colocado olímpicamente por encima de la ley.