La vida en el fondo obedece a tres tipos de leyes: la de crecer, la de la inercia y la del cansancio. Cabría pensar que esa fórmula rige también los tiempos de crisis. Como ya se ha dicho aquí, hasta de la crisis se acaba cansando uno, de modo tal que el cansancio se vuelve signo de esperanza. Como no hay que confiar mucho, o nada, en las fórmulas de los economistas para acabar con la crisis, pues su incapacidad para evitarla y para resolverla ya está acreditada, hay que confiar en el cansancio, o sea, en que la gente se harte de estar quieta mientras llueven los palos, y se ponga a mover la economía con los pocos medios disponibles, desoyendo el consejo de los doctos de quedarse parado y aguantar a la espera de mejores tiempos.A fin de cuentas, los economistas sólo son contables con ínfulas, y la contabilidad consiste en contar lo que hay, no en hacer que haya cosas que contar.