Se nos dice por activa y por pasiva que en nuestra Comunidad todos, directa o indirectamente, vivimos del turismo. En consecuencia se supone que el turismo es un asunto de interés general que no sólo debe interesar al sector turístico (que, dicho sea de paso, no se reduce sólo a los hoteleros) sino a todos los ciudadanos. De lo afirmado se deduce, o se debería deducir, que nuestro estimado Govern, que tiene, entre otras funciones, la tarea de ordenar y legislar sobre materia turística en función de los intereses generales, debe escuchar y atender sin duda al sector turístico (no sólo hotelero) pero también a sus ciudadanos.

El problema es que los tiros no parecen ir en esta dirección. La Ley General Turística, el PRI de la Playa de Palma, el Decreto de mejoras de las zona turísticas maduras, parecen orientadas exclusivamente a las macroinversiones en el sector hotelero y/o a sus macroinstalaciones complementarias, dejando en un segundo plano al amplio abanico de la denominada oferta complementaria, y obviando en la mayoría de casos la opinión de los ciudadanos que en algunos casos deben convivir en el mismo espacio con las actividades turísticas. El mismo presidente de la Federación de Hoteleros de Mallorca, Aurelio Vázquez, después de pasarse tres pueblos al afirmar literalmente que "si los hoteleros mandáramos, las cosas irían mucho mejor a nivel colectivo", en un ataque de sinceridad reconocía en una reciente entrevista publicada en este diario la influencia decisiva de los hoteleros en la política y en las reformas en nuestra Comunidad.

Quaderns Gadeso, desde hace años, publica en estas fechas las perspectivas y valoraciones acerca de los principales retos, fortalezas y debilidades de nuestra actividad turística. La encuesta se orienta en tres colectivos: el sector empresarial turístico (pre y post temporada), los turistas y los ciudadanos. En estas líneas comentaré las opiniones más relevantes, de nuestros ciudadanos sobre el presente y futuro de nuestro turismo, que se reflejan en el último número publicado de Quaderns Gadeso, titulado "El tassó, mig plé o mig buit" y cuyo resumen se publica en estas mismas páginas.

En referencia a la temporada actual, consideran que en Mallorca tendremos una buena ocupación hotelera, pero que tal bondad no repercutirá en la denominada oferta complementaria con una rentabilidad proporcional al número de visitantes. Al mismo tiempo sólo un 38,8 por ciento considera que los comportamientos de la presente temporada crearán empleo estable entre otros factores por la estacionalidad (que preocupa al 99,5%). En referencia a las debilidades del mercado de trabajo consideran que los sueldos son bajos para la carga real de trabajo.

Para la mayoría de los ciudadanos de Mallorca, los principales problemas para el desarrollo de una actividad turística más competidora debería fundamentarse en la puesta en valor (protección y gestión) de nuestro territorio y medio ambiente (74%). Es significativo que la segunda medida de mejora debería centrarse en la mejora de la oferta complementaria, no sólo restauración y comercio (54%). Esta última valoración es muy significativa: el hotel es sin duda importante, pero puede que no sea el argumento básico de elección de un destino como Mallorca, aunque sea bajo el paraguas de sol y playas, sino que incluye prioritariamente la diversificación de nuestros productos ligados a la oferta complementaria. Pero, además, reconociendo nuestras fortalezas reales y potenciales, los ciudadanos perciben debilidades estructurales: excesiva ocupación territorial, excesiva estacionalidad, excesiva dependencia de la actividad turística convencional y poco diversificada, trabajo de baja calidad (incluyendo escasa estabilidad profesional y ocupacional).

Tales opiniones ciudadanas expresadas no son excéntricas ni nacen de un rechazo genérico a la actividad turística, reconociendo que el turismo ha sido la base de nuestro bienestar (aunque esta última consideración va a la baja). Más aún, son coincidentes con una parte relevante de expertos. El problema puede radicar, y radica, en que una parte significativa de nuestra ciudadana no percibe que nuestros responsables públicos en materia turística (básicamente el Govern y la Consellería del ramo) basen sus propuestas en nuestras fortalezas, más bien al contrario siguen reforzando algunas de nuestras debilidades. Y en este juego erróneo colabora una parte de los nuevos inversores privados (incluso externos inicialmente a la actividad turística) cuyas iniciativas pueden resultarles significativamente rentables, pero que aunque se las haya cualificado como de "interés autonómico" no siempre se corresponden con los intereses generales.