Lo que ha sucedido en Italia, el surgimiento de un antipartido que ha sido el más votado en las elecciones generales y que, al haber rebajado las expectativas de las dos grandes coaliciones convencionales ha sumido al país en una situación de ingobernabilidad, debería haber alertado a las autoridades de Bruselas „en realidad, a toda la intelligentzia comunitaria„ sobre los peligros para la democracia y la estabilidad política de Europa que introduce la obsesiva exigencia de ortodoxia monetarista a los países del Sur, afectados todavía por las secuelas de la gravísima crisis financiera internacional que en algunos de ellos ha provocado también el estallido de una gran burbuja inmobiliaria.

No hay que ser un sagaz sociólogo político para entender que en España se está larvando un proceso parecido al italiano. Según la última encuesta electoral confeccionada y publicada por los medios de comunicación, el PP y el PSOE tan sólo recogerían actualmente, entre los dos, el 47,4% de los sufragios. No puede descartarse que a medida que se intensifiquen la desafección y la irritación „que irán creciendo a medida que caiga la cobertura del subsidio de desempleo„, vayan surgiendo opciones políticas populistas o antisistema semejantes al Movimiento 5 estrellas de Beppe Grillo. Y, sin embargo, siguen llegando de Europa frívolas presiones para que prosigamos aquí el ajuste, que es como proponer que incrementemos el porcentaje de personas en situación de pobreza severa, el desempleo y la angustia de la sociedad civil.

Como es conocido, la "troika" (Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) acaba de presentar un informe en el que, tras asegurar que España está cumpliendo satisfactoriamente las condiciones impuestas en el memorándum de entendimiento para el reescate financiero, manifiesta que en este año no harán falta más ajustes. Pero sí en 2014. Para entonces, los responsables de las instituciones supranacionales nos exigen subir el IVA por el procedimiento de aplicar el tipo medio a más productos que actualmente pagan el reducido; implantar un nuevo impuesto medioambiental, especialmente sobre los combustibles; poner en marcha la reforma de las pensiones, con nuevos recortes para asegura la sostenibilidad; reconsiderar la reforma laboral, que todavía no se considera lo bastante rigurosa; vincular más directamente los salarios a la situación de la empresa; poner en marcha la oficina presupuestaria independiente y acelerar la entrada en vigor del mercado único interior para acabar con las heterogeneidades autonómicas.

No es difícil entender que estos mensajes inclementes, adustos, antipáticos, ignorantes de la situación real en que se encuentra la sociedad española, generan una animadversión intensa y durante mucho tiempo irreversible hacia lo que Europa es y representa. Animadversión que puede ser fácilmente explotada en términos ideológicos y políticos, y que obliga a mirar hacia otros parajes donde las políticas son distintas. En concreto, acabamos de ver cómo Wall Street ha batido su propio récord, dejando atrás completamente la crisis financiera aunque Norteamérica tenga todavía que resolver algunos problemas. No es cierto, en definitiva, que haya un solo camino posible para salir del pozo. Lo que conduce a la indignación al ver la pertinacia con que se nos imponen gratuitos sacrificios, recubiertos con la pátina falaz de la inexorabilidad.

*Twitter: @Apapell