Hace aproximadamente un año, Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro americano y antiguo rector de la Universidad de Harvard, ofreció en Nueva York una conferencia sobre el futuro de la educación: "Es probable „declaró ante los maestros de la ciudad„ que en los próximos veinticinco años veamos más cambios que en los últimos setenta y cinco". El mundo se transforma rápidamente y con él las expectativas que la economía pone en el sistema educativo. La sociedad se encamina hacia un modelo laboral extremadamente flexible y competitivo, de carácter global, cuyo énfasis se va a colocar en una serie de habilidades „cognitivas y no cognitivas„ distintas a las que fueron fundamentales en el pasado siglo. Irónico y siempre provocador, Summers reconoció que resulta más difícil "reformar un currículum académico que mover un cementerio". Sin embargo, se aventuró a esbozar una serie de medidas que deberían implantarse en las aulas para avanzar hacia la escuela del futuro. Resumo algunas de ellas:

1.- Los estudiantes tienen que aprender a manejar los datos estadísticos y a extraer conclusiones del análisis de los mismos. Hoy en día, la estadística se ha convertido en una herramienta esencial en decenas de campos: de la medicina a la I+D, del marketing a la estrategia militar.

2.- Favorecer a todos los niveles el trabajo cooperativo. Trabajar en equipo no sólo ayuda a comprender con más profundidad los conceptos que se estudian, sino que prepara al alumno para su posterior carrera profesional.

3.- Las escuelas han de plantear un uso mucho más intensivo de las nuevas tecnologías. Por ejemplo, gracias a Internet, es posible que cualquier colegio colabore en un proyecto conjunto con un centro de Asia, África u Oceanía. Por otro lado, la educación online permite acceder a clases magistrales en vídeo de los mejores profesores. Las universidades punteras de EE. UU. ya ofrecen en abierto muchos de sus seminarios. El éxito de la Khan Academy iría en esa dirección.

4.- Desde pequeños, los colegiales deben habituarse a hablar en público, a explicar y servirse de sus conocimientos en clase.

5.- Una enseñanza cosmopolita es condición sine qua non. Los profesionales del futuro tendrán que enfrentarse a una competición global. El mundo es cada vez más abierto y hay que prepararse para ello. Al mismo tiempo, Summers considera que más allá del inglés, el aprendizaje de idiomas extranjeros no es un factor crucial. No sólo el inglés funciona como lengua franca, sino que además el uso de potentes traductores informáticos facilitará la comunicación.

Sin duda, las recomendaciones de Summers „a veces, en exceso, pragmáticas„ no pueden aplicarse de inmediato en España, donde los problemas más acuciantes son otros: la comprensión lectora o la base matemática de muchos niños es endeble, continúa siendo habitual la enseñanza meramente memorialística y el conocimiento del inglés constituye un reto pendiente. El fracaso escolar alcanza a un tercio del alumnado, mientras que la creciente escasez de medios y las reformas desenfocadas no apuntan en la buena dirección. Cierto fatalismo puede hacernos creer que se trata de dificultades irresolubles, pero la experiencia internacional invita al optimismo, si se actúa con decisión e inteligencia. La reconversión educativa es el eje transversal de cualquier política de éxito a largo plazo.