La actual alcaldesa de Madrid, Ana Botella, esposa del expresidente Aznar, fue un ficha de Gallardón que le sirvió para blindarse frente a Esperanza Aguirre. Al situarla en segundo lugar en la lista, se aseguraba que el día que diera el salto a un Ministerio, nadie se atrevería a disputar a Botella la alcaldía. Y así fue. Con la particularidad de que todo el mudo sabía que las aptitudes de la nueva alcaldesa eran muy limitadas, por lo que el montaje serviría en tanto Botella no tuviera que lidiar con un toro demasiado poderoso que desarbolara su débil envergadura.

El toro ha aparecido en la plaza: nada menos que cuatro víctimas mortales en la estampida del Madrid Arena. Ana Botella, balbuciente, no ha sabido afrontar el asunto, en el que la responsabilidad de sus subordinados está fuera de duda. Y Esperanza Aguirre, todavía presidenta de Madrid, ha lanzado a sus huestes de la Comunidad de Madrid, con su epígono González a la cabeza, contra la alcaldesa, en una pugna por el poder que tiene como últmio objetivo La Moncloa, ya que se da por supuesto el desgaste creciente de Rajoy.

Ni las víctimas del Madrid Arena, ni la terrible coyuntura económica, cuentan en esta historia de ambiciones. Y después querrán seducir a los ciudadanos para que vayan a votar.