Es como si se juntara el hambre con las ganas de comer. Las sensaciones generalizadas que se perciben ante la huelga general convocada para hoy, parecen coincidir sobre dos puntos en apariencia contradictorios „y seguramente lo son„ pero reales: la necesidad y la justificación de la protesta laboral por un lado y por otro, el escepticismo o las nulas esperanzas de que acabe sirviendo para algo. Con ello, la huelga general de hoy se convierte en un ejercicio de dignidad para una clase trabajadora que sólo puede ejercer como tal de forma parcial „más de 80.000 parados en Balears„ y que ha visto claramente lesionados sus derechos laborales y su capacidad adquisitiva. El trabajo se ha degradado como bien sustancial básico y cuando menos hay que exteriorizar la toma de conciencia de la nueva situación, aunque sea sin albergar esperanzas de remisión.

Resulta complicado hallar más recursos o significados a la huelga de hoy, porque la situación se ha vuelto tan confusa y desconcertante que ni siquiera está muy claro contra quien, aunque sí porqué, se protesta. Los gritos y las pancartas que hoy saltarán a la calle pueden hacer alusión por igual al Govern Bauzá, al Gobierno Rajoy, a la Unión Europea, a Angela Merkel y a los mercados financieros opacos y abstractos. En definitiva, a todo este entramado que, como se ha reiterado en los últimos días, acaba rescatando bancos antes que a personas. Por eso la sociedad lo ha desahuciado en cuanto a esperanza y credibilidad. El drama está en que ya no quedan espacios para la confianza en los que se puedan hallar soluciones.

Por lo que respecta al ámbito estrictamente balear, la huelga llega en unos momentos muy peculiares. Por supuesto, los sindicatos tienen como objetivo superar el seguimiento del paro del pasado 29 de marzo en el que el baile de cifras osciló entre los 20.000 participantes de las fuentes policiales y los 60.000 de la organización. Pero esta huelga se despliega en las islas con la temporada turística y los hoteles cerrados. Conscientes de ello, los sindicatos se esfuerzan en obtener el seguimiento del pequeño comercio, irritado como está por lo que considera un trato de favor de la Administración Autonómica hacia las grandes superficies. Se ha visto por primera vez a los comerciantes protestando en la calle hace escasos días, pero ahora dividen su postura en cuanto a la actitud que deben mantener hoy. El presidente de Pimeco ha dicho, a título personal, que secundará la huelga, pero por otro lado el de Afedeco considera que este no es camino adecuado para hacer valer sus reivindicaciones. En todo caso, los pequeños establecimientos son conscientes de que están en un momento crucial, prácticamente definitivo, para encarrilar su futuro. Los piquetes pasaran hoy, una y otra vez, frente a las tiendas recabando apoyos.

Como casi siempre, el transporte ya está desde anoche en el punto de mira de los piquetes y por otro lado, también se hará especial incidencia sobre otro de los grandes colectivos lesionados por la crisis y los recortes, el de las administraciones públicas. Ya que no pueden ejercer el derecho a la huelga, se intenta que los parados vayan a la manifestación.