Las cuentas presentadas por el Govern, relativas a 2013, son un fiasco. Sin paliativos. A medida que se van conociendo las entrañas de esos números, la sensación de absoluta y total improvisación preside los diagnósticos: los renglones se han cuadrado a patadas, en pocos días, con el pánico que ha producido la inmediatez del calendario y la incapacidad e insolvencia para actuar en otras direcciones más sensatas. Las reuniones preparatorias del presupuesto, que siempre son tormentosas gobierne quien gobierne, se tradujeron en una encrucijada para el vicepresidente: o más recortes o dibujar una pantomima de mayores impuestos, un tema en el que Aguiló no cree, pero que ha tenido que envainarse ante las airadas posiciones de sus compañeros del Consell de Govern. Se ha dibujado un cuadro presupuestario virtual, que no obedece a ningún parámetro realista.

En efecto, el presupuesto elaborado por el Govern adolece de errores de gran calado, difíciles de explicar si no es por un optimismo injustificado ante la crítica situación económica. De entrada, las previsiones de crecimiento no pueden ser más impropias: prever un +0,3% para 2013, con la que está cayendo, es poco razonable. Máxime cuando para 2012 las previsiones no han podido ser más erráticas, hasta el punto que se ha pasado de un augurio del +1,1% a un -0,1%: una corrección de más de un punto. Esto puede suponer del orden de unos 70 millones de euros más de déficit. Es decir, la perspicacia del equipo económico no es muy elevada. Y conste que entiendo perfectamente las revisiones que se hacen del crecimiento esperado: todas las instituciones las hacen, sobre todo en contexto tan volátiles; pero de ahí a suponer cifras tan generosas y, en esas coordenadas, hablar de "brotes verdes" (como hizo el president y nunca, absolutamente nunca, se dijo en Balears en la pasada legislatura), me parece ya excesivo.

Mientras otras entidades dedicadas al análisis económico predicen una caída pronunciada del PIB balear, Aguiló afirma que el presupuesto 2013 pone las bases de la recuperación. La ingenuidad del vicepresidente raya en la más estricta ignorancia, o en el mensaje intencionado para salvar el escollo de la trayectoria política que debe recorrer el presupuesto. Veámoslo en apartados concretos:

1. En el capítulo de los Ingresos, sostengo que las cifras se encuentran claramente infladas. La recaudación tributaria que se señala (135 millones de euros) no es creíble, sobre todo porque la improvisación es tal que no se ha redactado normativa alguna sobre el funcionamiento de esos impuestos. Y eso es una piedra angular para su correcta aplicación y para el conocimiento de su impacto real y recaudatorio. Las entradas que se auguran son extremas (tal y como se informó en este periódico hace pocos días), de forma que si no se cumplen se ampliará el desequilibrio presupuestario. Además, se consignan más de 100 millones de euros que, previsiblemente, son a cuenta de varios convenios de carreteras que están en litigio, con cantidades que no figuran en los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Por tanto, blanco y en botella: se trata de una partida ficticia. Un ingreso falso que, por supuesto, genera su contrapartida en el capítulo de los gastos: el problema lo acabará teniendo el Tesorero, cuando deba pagar y no halle el dinero para hacerlo.

2. Hablar de Reforma Fiscal Verde es de un cinismo alarmante: conceptualmente, no se trata de esto. Las medidas tributarias puestas por el Govern no tratan de eliminar las externalidades propias de la actividad económica: pretenden incrementar la recaudación. Y punto. Jugar con malabarismos técnicos sólo contribuye a alimentar la tesis de que se nos quiere seguir engañando.

3. Apenas se consignan inversiones en el presupuesto: poco más de 100 millones de euros, dejando aparte la partida correspondiente al sector público que obedecerá esencialmente a que siga funcionando, con pocas o nulas inversiones. Si a eso añadimos que Bauzá, Aguiló y su equipo han estado en babia en la gestión de las partidas correspondientes a Balears en los PGE, obtenemos una cifra raquítica que llegará a las islas desde el Estado, en 2013: 78 millones de euros, la más baja de toda la historia democrática, y a larga distancia de las inversiones que se ejecutaron entre 2008 y 2010, más de 450 millones de euros de media (los datos son cifras ya liquidadas). El fiasco es total: por ineptitud, inoperancia, indolencia, falta de profesionalidad, ignorancia o entreguismo al gobierno central. Tomen ustedes el epíteto que prefieran: la realidad, en cualquier caso, va a ser dura para unas islas con una clase gobernante patéticamente inútil para defender los intereses ciudadanos. Porque no nos olvidemos: sin inversión no hay crecimiento. Y si en el presupuesto de la CAIB aquélla cae, y se desmorona también en los PGE, el corolario no puede ser nunca crecer al ritmo que intuye el Govern.

4. El déficit real será más elevado que el propuesto en el documento presupuestario. En sanidad, el agujero que se deja rebasa de largo los 100 millones de euros, entre la cifra consignada y la ejecución de los últimos ejercicios. Igual podemos decir en Educación y Servicios Sociales. Si a eso se le suma lo ya comentado, los ingresos inflados, el dato de cierre no puede ser nunca un 0,7% sobre PIB, y se aproximará más al 1,7%-2%. Ese objetivo, que es central para Aguiló y su equipo, se revelará como un nuevo fracaso (otro más) de una Política Económica sin rumbo, dibujada por la improvisación y que no hace más que deprimir la demanda agregada y las capacidades tangibles de recuperación.