Una mala explicación, una excusa improvisada sobre el pillaje de un hecho reprobable o incompatible con la dignidad y la responsabilidad de quien lo ha protagonizado, no hace más que incidir sobre el propio error y agravar sus consecuencias. En está tesitura se encuentran ahora mismo los consellers Company y Bosch y el doctor Francisco Kovacs, con las reacciones que han esgrimido después de que Diario de Mallorca desvelara los pormenores de los ´saraos´ particulares que han protagonizado en Cabrera con cargo al erario público. El parque nacional también dispone de furtivos y depredadores institucionales al igual que las mal paradas arcas públicas. De poca monta si se quiere, pero por algo se empieza y además, aquí la intención y el testimonio resultan muy importantes y vinculantes. El president Bauzá deberá tenerlo en cuenta si no quiere abnegar de su compromiso de tolerancia cero frente a la corrupción. No basta con oxigenar la herencia recibida o con dilatar la reacción sobre los nuevos imputados en la rama mallorquina del caso Gürtel. Su propio gabinete requiere algún tratamiento de higiene democrática.

Hubiera sido más sensato, coherente y responsable reconocer los hechos y llamar a las cosas por su nombre. En este caso, la opinión pública hubiese estado en disposición de comprender lo ocurrido y hasta es posible que pudiera asimilarlo, acostumbrada como está, a corruptelas y escándalos mayores. El cambio, Gabriel Company y Rafael Bosch han reincidido en sus errores de excusa blanda que sólo abonan indignaciones y desencantos. Se podía esperar bastante más de quien procura por la cultura y ejerce de portavoz del Govern o de un hombre, como el conseller de Agricultura, que acostumbra a jactarse de ir con la verdad por delante y de regirse por los referentes del seny de los payeses. Ellos no beben Möet Chandon ni comen langosta a la sombra de un tamarindo. Tampoco se aprovechan de la buena disposición de los missatges pretendiendo que les agradezcan nómina y trabajo con servicios particulares.

Las explicaciones del doctor Kovacs buscando legitimidad de inversión empresarial carecen de sustento. Cabrera no es el Parc Bit, suponemos que el Govern sabe distinguir entre lo uno y lo otro, aunque tampoco lo afirmaríamos con rotundidad al ver que incorpora champagne, yates y langosta a la supuesta producción de un vídeo con finalidades docentes y difusión escolar. Los estudiantes deberán conocer el parque nacional de Cabrera por otras vías pero, de existir, la filmación por lo menos servirá para que perciban qué tipo de gobernantes tenemos y cómo nos embaucan.

Todo ha sido muy opaco. La misma existencia de una cláusula de confidencialidad que obliga a determinados empleados del parque nacional indica que hay intencionalidad previa. Quien nada esconde no toma precauciones. CC OO ya ha pedido la dimisión de Bosch y Company y ha solicitado la intervención de la Fiscalía. Si el Govern no reacciona y cambia de comportamiento las cosas irán a más. Todo por unas juergas mal digeridas y fuera de lugar. Las cristalinas aguas de Cabrera no están para esto.