En España se odia mucho, y entre sí. Esto explicaría por qué cuando los buenos europeos se mataron entre ellos, dos veces en el siglo XX, los españoles fueran neutrales y prefirieran matarse unos con otros. Lo malo de las matanzas es que no ponen fin a los odios que las provocan, sólo los hacen guarecerse, hasta que ven el momento de volver a asomar la cabeza. ¿A dónde se ha ido el odio de Europa? Ésa sería una buena pregunta, pero no para hoy. En cuanto al odio interior de España, que en otro tiempo era sobre todo entre clases, se polariza ahora más en los territorios. Sin embargo, mi tesis es que se está sobreactuando. Hay odios, sí, pero de ningún modo creo que una mayoría de españoles odie a catalanes y a vascos, ni al revés. Otra cosa es la gesticulación, las muecas, el aparato. Hay demasiados directores de escena del odio. Actores y público deberían rebelarse y echarlos.