El banco al que estamos sacando adelante con nuestros impuestos es el mismo que nos desahucia. Pero nosotros no podemos pedirle lo que se le ha entregado a fondo perdido. Se trata de una situación a todas luces asimétrica. Viene a ser como si el partido al que has votado porque te gustaba su programa cumpliera el del vecino. Lo lógico es que pudieras acudir a su sede y pedirle que te devolviera la papeleta.

„Devuélvanme mi voto.

El señor de la ventanilla te enviaría a El Corte Inglés:

„Se ha equivocado usted de institución, donde le devuelven el dinero si no le gusta el producto es El Corte Inglés.

„Es que a mí no me gusta el producto de ustedes, no es con el que se presentaron a las elecciones. Peor aún, es el opuesto, así que devuélvanme mi voto.

Lo que vale para el partido gobernante vale también para la oposición. Si no se opone bien, tiene uno todo el derecho a exigirles la papeleta. Como entre nosotros se da el caso de que ni el partido gobernante está cumpliendo su programa ni el de la oposición el suyo, lo lógico es que se produjera una devolución masiva de votos para que cada uno hiciera con él lo que le viniera en gana. Parece una cosa de ciencia ficción, pero lo hacen hasta en los conciertos. Si el cantante suspende el recital, pasas por taquilla, recoges tranquilamente la pasta y aquí paz y después gloria.

Aquí no es que hayan suspendido el concierto, es que nos están dando un desconcierto, que es como si vas a comprar un filete de ternera y te dan un desfilete de choto.

„Oiga, que yo no le he pedido un desfilete.

„Perdone, le hemos entendido mal.

Está por ocurrir que un partido político admita que sea equivocado. El PP todavía dice que la Reforma Laboral, que produce despidos en plan industrial, está pensada para crear empleo. Y que los presupuestos más crueles del mundo son los más sociales de la historia. En cuanto al PSOE, entretenido como se encuentra en los problemas de su mismidad, no reacciona a tanta insensatez. Y de devolvernos el voto, nada.