Todo se ha dicho y todo se ha escrito ya sobre las elecciones americanas del martes, a las que ambos contendientes llegan en una situación de empate técnico según todas las encuestas que ya sabemos que son humanas y que también se equivocan. No importan ya las campañas, los miles de kilómetros que Obama y Romney han recorrido durante los últimos meses, no importan los debates, ni el desempleo, ni la economía, ni la propaganda, ni los golpes bajos, ni los millones de dólares gastados en la que ya es la campaña electoral más cara de la historia pues la última siempre lo es. No hay un ganador predeterminado y la elección se presenta como un toss-up, que dicen por allí, una moneda al aire que puede caer de cualquier lado, incluso de canto y no sería la primera vez.

La mayoría de los ciudadanos americanos tiene ya decidido su voto y así los hombres negros se lo van a dar a Obama en un 92% y los blancos a Romney en un 71%. Parece que los 12 millones de hispanos votarán 3 a 1 a favor de Obama si son católicos y solo 2 a 1 si son protestantes. Su voto es decisivo en algunos estados como Nevada, Colorado y Virginia aunque muchos no votan porque todavía no son conscientes de la influencia política que pueden tener y que con certeza van a tener a medida que con su número aumente también su nivel cultural y cívico. Los gays y los judíos tienden a votar demócrata y las mujeres „que superan el 50% del censo„ y donde Obama ganaba por goleada parece que giran hacia Romney a medida que pasan los días. Todavía hay un millón de indecisos, progres decepcionados con Obama y conservadores que no acaban de fiarse de la sinceridad de Romney. En una elección tan apretada, su influencia será decisiva en el recuento final.

Puede perfectamente suceder que un candidato gane en número de votos y luego pierda la elección, como le sucedió a Al Gore contra Bush en 2000.

Lo que es importante entender es que en Estados Unidos no hay una elección nacional sino 50 elecciones en otros tantos estados, en cada uno de los cuales se elige no a un presidente sino a un número de compromisarios en función de la población y estos, a su vez, determinan el ganador. El número total de compromisarios es de 538 por lo que gana el candidato que obtiene 270. Si hay un empate a 269, lo que no es imposible, el presidente lo decidirá el Congreso mientras que el Senado decidiría el vicepresidente.

En estas elecciones se elige también a los 435 miembros del Congreso y a un tercio del Senado. Todo parece indicar que los republicanos mantendrán el control del primero aunque quizás no con tanta holgura como tienen ahora y que los demócratas mantendrán la exigua minoría que les da el control del Senado. Eso quiere decir que en el improbable caso de empate a compromisarios, el Congreso elegiría a Romney. También quiere decir que gane quien gane la elección tendrá que gobernar con un Capitolio dividido y eso complica mucho las cosas, como bien sabe Obama.

Ya se conoce hacia dónde se inclinan casi todos los estados y por ahora Obama parece reunir más compromisarios que Romney: 237 frente a 206 y eso juega a su favor. Los demócratas se imponen en toda la costa oeste, en el noreste y región de los Grandes Lagos, mientras los republicanos tiñen de rojo todo el resto del enorme país. Quedan los estados indecisos, los llamados " Swing States" , porque no tienen mayorías claras y cambian en cada elección. En ellos hay que fijarse en la noche electoral porque darán el ganador. El más importante en número de votos es Florida (29) y la aritmética dice que Romney no puede llegar a la presidencia si no gana allí. En Florida son determinantes los problemas que afectan a la seguridad social (allí residen muchos jubilados) y a las hipotecas, pues la mitad de las viviendas valen ya menos que ellas. El norte de Florida es conservador, en el sur los hispanos votarán a Obama y el ganador lo determinarán los habitantes del corredor central, la Interestatal 4 que va desde Tampa a Cabo Cañaveral, pasando por Orlando.

El segundo estado más importante es Ohio (18 votos), que presume de no equivocarse nunca y de votar al candidato que acaba ganando la elección. Ningún republicano ha llegado a la Casa Blanca sin ganar Ohio, donde Obama partía este año con cierta ventaja por su decidido apoyo para salvar a la industria automovilística (GM, Chrysler) en lo peor de la crisis. Pero su ventaja se estrecha con el paso de los días. La gran batalla de esta elección se va a dar en Ohio.

El tercero es Virginia (13 votos). Obama venció allí en 2004 pero era el primer demócrata que lo hacía desde Johnson en 1964. Virginia tiene el corazón conservador y parece que se inclina de nuevo este año por los republicanos.

Los otros " estados oscilantes" son Wisconsin (10), Colorado (9), Iowa (8), Nevada (6), y New Hampshire (4), llamado el " estado esquizofrénico" por ser fiscalmente conservador y socialmente progresista.

Sea como sea se augura una apasionante noche electoral ante la que no podemos ser indiferentes porque lo que allí ocurra nos afectará a todos. Qué diferente de la reunión de dos días más tarde en Pekín, en la que el congreso del Partido Comunista Chino designará a Xi Jinping al frente de la segunda economía del mundo.