En la España en que domina el clima continental no hay entretiempo, se pasa sin más de verano a invierno. El entretiempo es asunto de la costa, fruto del climatizador del mar, que modera el calor y el frío. Cuando llega el entretiempo, la gente, por la calle, desnuda sus tendencias profundas. Algunos siguen intentando aguantar en pie al verano, vistiendo camisetas a 10 o 12 grados, para tratar de animarlo. Otros se apresuran a sacar chupas y bufandas, para llamar así al invierno. Verano e invierno son dos climas, desde luego, pero también dos estados del alma, que no coinciden siempre con la meteorología. La vida misma se desarrolla en una estrecha franja térmica (más o menos entre la camiseta y la chupa), y no existe por debajo o por encima de ella, por lo que también puede ser considerada de entretiempo. Esas tierras de nadie, frágiles y efímeras, son el caldo de cultivo del espíritu.