Alberto Ruiz-Gallardón, el ministro más conocido del gobierno Rajoy (para bien y para mal), ha dejado las cosas claras: la independencia de Cataluña sería un desastre económico... para el resto de España. Lo ha dicho este lunes en Barcelona tras almorzar con un grupo de empresarios. En las últimas semanas, portavoces del PP de todos los niveles y geografías „incluidos los del PP catalán„ se han esforzado por advertir de lo contrario: que la independencia hundiría Catalunya en la ruina, la quiebra y el tercer mundo. Que sería una cosita pequeña y aislada, excluida del paraíso comunitario y con los mercados españoles cerrados a cal y canto. Si se trataba de asustar al empresariado local, la táctica no ha tenido mucho éxito.

La respuesta nacionalista ha sido, más o menos, que más se pierde con el déficit de las balanzas fiscales y que Europa no querrá prescindir de un contribuyente neto y de siete millones de consumidores con un nivel por encima de la media. La tesis ha tenido éxito: amplios sectores empresariales y profesionales lo han hecho suya, y se han seguido sumando a la ola independentista. Pero ahora llega Gallardón y dice lo contrario: que el gran perjuicio sería para el resto. Que sin Cataluña, España las pasaría canutas y no podría continuar dentro del euro. Unas afirmaciones que parecen confirmar lo que siempre han defendido los nacionalistas: que España vive a costa de los catalanes; que tanto el estado central como muchas de las regiones prosperan gracias a la apropiación de una parte de la riqueza generada en Cataluña. Es necesario preguntarse por qué un ministro defiende una explicación que coincide con las tesis independentistas. ¿Intenta quizá ablandar el corazón de los catalanes, especialmente el de aquellos que tienen lazos sentimentales y/o familiares con esas otras tierras hispánicas que se verían abocadas al hambre? ¿Quiere hacer reflexionar a los empresarios que venden sus productos más allá de los Monegros sobre la inconveniencia de arruinar sus mejores clientes? ¿O quizás hay que añadir una advertencia al final de la reflexión?

Algo del tipo: "...y por tanto, no lo permitiremos de ninguna de las maneras". Si una salida de Cataluña significa, como dice Gallardón, "acabar con España", cabe imaginar cómo se lo tomarán quienes han consagrado su vida a la defensa de la nación española. El que avisa no es traidor.