Nadie a estas alturas pondrá en duda la capacidad de los españoles, en el tránsito desde la dictadura a la democracia, en diálogo, en voluntad de reencuentro y en visión hacia el futuro.

Fruto de ello la Constitución que nos ha traído hasta nuestros días, con negociaciones, desarrollos, pero que al fin ha procurado, una convivencia en paz y un desarrollo de nuestro país que ha sido objeto de estudio por todo nuestro entorno geopolítico y como ejemplo de muchas nuevas democracias que han fijado sus caminos en los vividos por el pueblo español en su afán de reconciliación y modernización sin exclusión ni de territorios ni de grupos sociales y políticos.

Creo que hemos llegado a un punto, acelerado por esta crisis económica, que ha provocado que resurjan diferencias y reivindicaciones que se alejan de la solidaridad promovida entre territorios desde una visión global de España y no de una visión cicatera y territorialista que parece quiere abrirse paso y en la que algunos, sin la más remota visión de futuro y solo con su conveniencia política, creen poder resolver su situación partidista momentánea.

Para este paso no hizo más falta que gozar de un gobierno tripartito que dilapidó las arcas públicas sin previsión alguna, previsión que fuera más allá de cuatro años, y que repartió los recursos sin control entre fuerzas políticas para que alimentaran a sus sectores de influencia sin atender al interés general que era prepararse para lo que se anunciaba, y se negaba desde el Gobierno central, y que iba a ser inminente, una crisis económica, profunda y que iba a afectar a grandes capas sociales, no solo a las más bajas, también a las capas medias y a esa burguesía económica, que siempre ha sostenido ese nacionalismo y que ahora frente a la situación hace lo que todas las naciones en la que los gobernantes ineficaces, incapaces de resolver los problemas, porque les superan, resucitar la famosa teoría del enemigo externo que en este caso es España. Ese corsé que lo hace todo irrespirable, esa esponja que nos chupa todo el dinero para dárselo a otros y dejarnos a "nosotros" sin la financiación suficientes, que seguro nos sacarían de la crisis, y claro está, al resto, de los españoles, que se apañen en lo que puedan o sepan. Y ellos que para unas cosas piden financiación y ayuda, para las otras quieren decidir unilateralmente su futuro, según indican, sin contar con nadie.

Y ocurre como en Bolivia, que los territorios que quieren separarse son los de la industria del gas, los que tienes más capacidad económica o ocurre como en Argentina que ante una grave crisis que afecta a grandes capas sociales, la presidenta inventa un enemigo económico que es Repsol y las demás empresas que quieren quedarse con el patrimonio de los argentinos, intentado ocultar los graves problemas sociales que tienen e intentando culpar a otros de su mala situación.

Estas campañas en nuestros tiempos ya duran poco. La capacidad de nuestros pueblos ha avanzado tanto, con respecto a nuestros políticos, que estos argumentos tienen un corto recorrido y en cuanto se estudie la actuación de un Govern de la Generalitat que ha agotado su tiempo y no ve más salida que el enfrentamiento a España y su secesión, y seguir si puede ser, con todas las ventajas que gracias a España ha conseguido, tales como estar en la Unión Europea, y con ello, el primer acto a una convocatoria electoral anticipada a la mitad de su mandato, convocatoria, no olvidemos, que coincidirá en el tiempo con las elecciones en Galicia y País Vasco, a lo que nadie ha hecho mención, volverá a exponer al nacionalismo más radical de nuestro país frente a quienes creemos que la convivencia, el diálogo y el respeto a nuestra carta magna constituyen el más preciado don que hemos podido manejar en estos últimos tiempos.

Otra cuestión que se plantea en este momento es, si es ahora, cuando los grandes partidos nacionales y nacionalistas moderados deberían sentarse e iniciar un proceso para la reforma constitucional. Por una parte encontramos que alguno de los partidos nacionales tiene en los referidos territorios partidos independientes de sí mismos y con argumentos, en algunos casos, claramente discrepantes con su sede nacional, me refiero al PSOE y el PSC.

El PSC sigue hablando de una España federal, creo que a estas alturas y con el nivel de autonomía de algunos de nuestros territorios, es superado ampliamente y así lo han visto desde algunos países de nuestro entorno y que el federalismo en sí encerraría una igualdad de trato entre territorios que en este momento no existe en nuestro país. Por otra parte recordar que nuestro Estado de las autonomías no ha hecho más que, en la negociación política entre partidos, centrifugar las competencias del Estado hacia las autonomías y ahí deberíamos preguntarnos, ¿hasta cuándo puede seguir esta dinámica sin vaciar de contenido el Estado? ¿Cuántas competencias en pro de la cohesión de España han visto ustedes que desde las comunidades autónomas hayan vuelto al Estado? Tendrá que establecerse algún límite.

Es el momento de empezar a hablar de un Estado descentralizado, pero lo que sí hay que establecer de una vez por todas las competencias que debe tener el Estado, sin que puedan ser objeto de transferencia en negociación alguna y que sean las que cohesionen a todos los territorios en torno a un proyecto político llamado España integrado en la Unión Europea.

Que las negociaciones y los "chantajes" en algunos casos, no sirvan para poner en duda una entidad política que ha acreditado su viabilidad en cuestiones esenciales, convivencia entre todos nosotros alrededor de un proyecto que ha sido y es posible y debe poner ante la vista de nuestros políticos que: educación, sanidad, justicia, interior, hacienda, defensa y asuntos exteriores, deben ser una base alrededor de la cual debe articularse un proyecto básico e igual para todos los que estamos en este país. No pueden existir diferencias entre territorios y hay que avanzar claramente abandonando el medievo y los derechos históricos para poner en marcha un proyecto común, sin complejos y cohesionado en torno a un nuevo texto consensuado que venga a recoger todas las reformas de las que se hablan día a día pero nadie se atreve a emprender. La crisis no ha hecho más que aflorar cuestiones subyacentes que algunos interesadamente hacen surgir en este momento para su propio interés político y sin tener en cuenta el interés general, ni tan siquiera de sus propios territorios.