Un miembro caracterizado de la patronal, Luis Feito, presidente de la Comisión de Economía y Política Financiera de la CEOE, ha exigido que se endurezcan las condiciones para cobrar la prestación por desempleo y ha reclamado que los parados no puedan rechazar ofertas de empleo, se ajusten o no a su perfil laboral y alcance geográfico. "Es inconcebible", ha dicho, ya que en su opinión deberían estar obligados a aceptar cualquier oferta, aunque fuese "en Laponia".

No puede negarse que algo de razón tiene el señor Feito, quien seguramente sabe bien que se han cometido históricamente abusos en esta materia, como en muchas otras del ámbito laboral. Sin embargo, resulta extraño que surja precisamente ahora esta preocupación, cuando estamos camino de los seis millones de parados, que también podrían atribuirse a la incapacidad de los empresarios de crear puestos de trabajo.

No es éste sitio para debatir quién tiene la culpa de la gran tragedia, pero resulta bien evidente que no son precisamente los desempleados los responsables de la crisis, tanto si se afanan ahora en trabajar como si no. Debería, pues, tener la patronal más respeto con quienes son las grandes víctimas reales de un crash provocado por los abusos cometidos en el sistema financiero y que nadie ha sido capaz de atajar ni de reparar.