Opinión

Eva Acosta

´Back to Basics´

No quisiera resultar frívola, pero una comprende que la cosa está muy mala cuando ve a Natalia Verbeke ponerle ojitos tiernos a un inodoro. Si no me creen, permanezcan atentos a sus pantallas televisivas y no tardarán en toparse con el anuncio de marras, en el que la cotizada actriz monta una toda una escena de cariño (dejémoslo ahí) sobre el tema de la visita diaria al baño. Y es que, en el fondo, estamos volviendo a nuestras raíces. Después de decenios de creatividad publicitaria, de spots que eran pequeñas obras maestras de comunicación audiovisual, de diseño exquisito y llenos de sutileza, hoy vamos a lo que vamos. Ya no estamos para adornos... y no lo estamos en ninguna faceta de la vida. La ojeada cotidiana a los periódicos es una invitación al sobresalto; los noticiarios radiofónicos, un muestrario de desgracias, y si hablamos de los telediarios, que encima añaden luz y sonido... para qué voy a contarles. Da la impresión de que se ha desencadenado una campaña cuyo único fin es ponernos los pies en la tierra. De golpe y sin descompresión.

Claro que mentiría si no dijera que una franja de la sociedad parece seguir al pairo. Así, cuando se reclama austeridad a los cuatro vientos, los suplementos de colorines de algunos diarios continúan restregándonos por las narices el alegre desfile del lujo; me imagino que no será porque sus editores hayan decidido darle al peyote y vivan en un universo paralelo. Si, pongo por caso, se ofrecen prendas a ochocientos euros, bolsos a mil y corsés de pedrería c.p.v., la lógica dice que será porque hay un público dispuesto a comprarlos. Un público que no necesariamente se calará una media en la cabeza cada día después del momento Verbeke y se irá a asaltar bancos. Recordando a Rafael "el Gallo", debe de haber gente pa tó. Hasta para fundirse una pasta en aderezos. En cambio el aire general que se respira es monovarietal y monocromático. Para ser más exactos, tirando a gris ratón. Y con un lema: preparaos, porque aún va a venir más... y durante unos cuantos años.

Cuesta trabajo hacerse a ese mensaje después de ver la sonrisa profidén que le provoca la señora Merkel a nuestro presidente del Gobierno. Sonrisa extraña, que no se compadece con la realidad. Porque, como si nos depilaran a la cera, de un tirón nos han arrancado la ilusión de vivir en Europa (la que pincha y corta), la ilusión de creer que bastaba con desear las cosas para obtenerlas. El espectáculo de Spanair es la última muestra de cómo estamos situados ya en el lugar que nos corresponde en la tabla; el mismo que ocupábamos hace treinta y cinco años, si no más. Por fin sabemos que lo de en medio fue una pompa de jabón. Aunque no nos engañemos: hoy día no todos estamos instalados en un terreno baldío y sin horizonte. Aún hay quien exprime este sistema que parece dar bandazos mientras el resto, no hay otro remedio, agachamos la cabeza y nos apuntamos a la tendencia de moda: Back to Basics. Back to very, very Basics.

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