Opinión | Tribuna

Joan Oliver Araujo. Catedrático de Derecho Constitucional

Francina Armengol o el futuro del socialismo balear

El PSOE, tanto a nivel de Estado como a nivel autonómico balear, está viviendo unas semanas cruciales. Se juega su futuro, no a corto plazo (pues en este lapso su suerte ya está decidida), sino a medio y a largo plazo. Es cierto que los programas son muy importantes, pero saber quién los va a liderar lo es posiblemente aún más. En efecto, en la época actual –de marketing, pensamiento débil, mucha imagen y poca letra– la idea que los ciudadanos se forjan de un líder político (su capacidad de gestión previsible o ya probada, su honestidad pública y privada, su fuerza para ilusionar y su capacidad para seducir en el mejor sentido de la palabra) son valores decisivos para ganar las elecciones.

Con independencia de que sea Rubalcaba o Chacón quien logre la Secretaria General del PSOE y de que este enfrentamiento interno deje más o menos heridas, aquí en Balears los socialistas isleños tendrán que enfrentarse, además de a los retos comunes con el resto del Estado, a otros muy específicos. En efecto, hay que partir de una realidad innegable: en Balears el pensamiento conservador es claramente mayoritario y si el PSIB-PSOE ha logrado la presidencia del Gobierno en dos legislaturas se ha debido a factores muy conocidos y no demasiado loables, esto es, el odio de los dirigentes de un partido de derechas (Unió Mallorquina) a los líderes del otro partido de derechas (Partido Popular). En efecto, UM, tan de derechas como el PP y al parecer esencialmente corrupto, optó por aliarse incluso con los comunistas (sus máximos adversarios ideológicos) con el solo objetivo de impedir que el PP (su enemigo a muerte) tuviera el Gobierno autonómico. De ello, el PSOE balear salió beneficiado, pero no creo que sea la forma más brillante de llegar al poder, ni previsiblemente va a reproducirse en el futuro. Negar la realidad no conduce a cambiarla, pues esta es tozuda y acaba siempre imponiéndose. Por ello, los socialistas de esta tierra tienen que optar entre dos proyectos de futuro: conformarse –de forma tácita evidentemente, no expresa– con ser oposición al poder, lo que les garantiza cierto número de cargos públicos y una pequeña capacidad de incidir en la marcha de la Comunidad, o cambiar su chip para fijar su gran objetivo en convertirse en el partido mayoritario de Balears. Tal vez se trate de elegir entre volar como las gaviotas o intentar hacerlo como las águilas.

Mi opción como militante de base desde hace treinta y dos años es, sin duda, la segunda. Tal vez porque siempre me ha seducido el vuelo majestuoso de las águilas y me ha producido cierta grima ver a las gaviotas revoloteando en el muelle sobre los restos de pescado. En mi modesta opinión, la persona más adecuada para llevar adelante este proyecto –tan difícil como apasionante– es Francina Armengol, que lleva la política en las venas y el socialismo en los genes. Su capacidad de ilusionar, de conseguir la unidad a través de la integración los sectores críticos, su propuesta de abrir el partido a los simpatizantes e incluso a toda la sociedad, su dilatada experiencia como dirigente del partido y como cargo público, su honradez a la hora de reconocer errores y su defensa sin ambages de la socialdemocracia y de nuestra identidad como pueblo, la convierten, a mi juicio, en la líder que, en este concreto momento histórico, necesita el socialismo balear.

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