Opinión
Camilo José Cela Conde
Recesión y paro
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha augurado una inmediata y profunda recesión económica en España que puede llevar a que el número de parados llegue a los cinco millones. En otras palabras, el organismo encargado de velar por las finanzas estatales indica que o bien el presidente Rajoy no sabe qué hacer para salir de la crisis, o sí que lo sabe pero yerra a la hora de tomar las decisiones adecuadas. Curioso es tanto en uno como en otro caso porque Rajoy basó su campaña electoral en el mensaje, repetido hasta la saciedad, de que era Zapatero el ignorante y el timorato.
Incluso un jefe de Gobierno tan incompetente como Rodríguez Zapatero tuvo, en especial en su primera legislatura, ministros que sí que habían estudiado ciencias económicas. Otra cosa es que las decisiones que se tomaron entonces, colegiadas o no, fuesen lo que fueron: un desastre. Pero Rajoy nos aseguró en cuantas ocasiones abrió la boca que votándole las cosas iban a ser distintas. Lo son, desde luego; se han vuelto peores. El discurso oficial insiste en que por culpa de la herencia recibida pero el argumento no puede seguirse utilizando a medida que pasa el tiempo sin que haya que hacerse la pregunta más obvia. ¿No sabe el señor presidente, no saben los ministros, cómo salir de ese pozo de los legados indeseables?
Tanto los expertos de la era Zapatero como los que en estos momentos manejan los hilos de la política económica comparten una reconocida competencia teórica. Con tanta crisis, tanta promesa y tanto susto, hasta los legos en la materia –como somos los ciudadanos de a pie– estamos al tanto de que hay a grandes rasgos dos diferentes escuelas con recetas contrapuestas para manejar la depresión económica: optar, a la manera de Friedman, por liberalizar el mercado destruyendo el Estado del bienestar –no sólo por razones ideológicas, sino como secuela inevitable de la reducción drástica de los gastos– o intentar que los mercados se reactiven fomentando el empleo –es decir, el gasto privado– aunque sea a costa de aumentar el déficit público. Se trata de elegir pero, una vez que se hace, si el resultado es peor al inicial no se puede engañar a la ciudadanía diciéndole que la culpa es del adversario.
Rajoy y sus muchachos de las comunidades autonómicas –como Balears– en las que el PP gobierna han apostado por la baza neoliberal. Si el FMI acierta, eso supondrá que el paro, principal preocupación de los españoles a día de hoy, empeorará y no va a ser por lo que pudiese hacer Zapatero. Es la consecuencia de haber optado por una fórmula que lleva a eso mismo, como los ministros y consejeros, profesores de economía muchos de ellos, saben de sobra. Von Hayek, premio Nobel y liberal extremo, dijo en el año 1982 en Caracas –soy testigo– que cuanto más paro se aceptase, antes se salía de la crisis. Esperemos que sus acólitos hoy en el poder sean lo bastante honrados como para reconocerlo y carguen con las culpas si, como por desgracia puede suceder, a lo que nos llevan es a un aumento del paro acompañado de aún más recesión.
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