Opinión

Antonio Papell. Twitter: @Apapell

Un maratón, no un sprint

El asesor económico del FMI Olivier Blanchard, encargado de explicar las previsiones económicas de su institución que afirman que nuestro país no cumplirá los objetivos de déficit ni en 2012 ni en 2013, ha resumido en una frase afortunada la sustancia del problema: el camino español hacia la convergencia y el cumplimiento del pacto de estabilidad "es un maratón, no un sprint". Lo importante es, pues, la tendencia que permita asegurar el cumplimiento de un objetivo a medio plazo, no los esfuerzos ímprobos que puedan tener un efecto contrario al deseado.

Como ha explicado ´La Vanguardia´ Ángel Laborda, director de coyuntura de Funcas, "las previsiones del FMI […] se realizan sobre la hipótesis de que no haya cambios en las políticas económicas de los gobiernos y sólo tienen en cuenta las medidas y reformas ya adoptadas; después, extrapolan el comportamiento inercial de la economía y realizan sus cálculos". Quiere decirse que cuando el FMI pronostica que el déficit real español, a finales del 2012 será del 6,8% y del 6,3% al término de 2013, ello significa que, con el ajuste ya adoptado, y sin haber aplicado aún las reformas que se prevén, estaríamos todavía lejos del objetivo marcado actualmente del 4,4% del PIB para finales del ejercicio en curso.

Sin embargo, las reformas estructurales pendientes, y que Rajoy quiere acelerar, incrementarán la productividad y probablemente reducirán algo los déficit previstos. Pero la duda estriba en la conveniencia o no de incrementar el ajuste, porque no está ni mucho menos claro que una intensificación de los recortes –con lo que ello supone de sacrificio para todos y de aumento del ya insoportable desempleo– sirva realmente para reducir el déficit. Los expertos del FMI acaban de afirmar, en efecto, que "mayores ajustes en el déficit pueden llegar a ser un objetivo indeseable desde la perspectiva del crecimiento […] Un mayor ajuste durante una recaída puede exacerbar más que aliviar las tensiones de los mercados por su impacto negativo en el crecimiento". El consenso técnico afirma en definitiva que en un contexto deprimido como el español actual, mayores ajustes serían perniciosos porque incrementarían la recesión sin arrojar resultados sobre el déficit. Y ello sin olvidar que el FMI da un tirón de orejas a los países del Eurogrupo en mejor situación –Alemania– a los que requiere para que practiquen políticas expansivas que tiren del conjunto de Europa.

Es plausible que el Gobierno no quiera dibujar su propio escenario ante el Eurogrupo, se mantenga firme en su decisión de cumplir el programa de estabilidad que se fije y espere a que sea Bruselas la que determine los parámetros, pero es claro que lo deseable es que el proceso de convergencia se prolongue al menos dos años más, hasta 2015, año en que se alcanzaría el objetivo de déficit del 3% del PIB. A fin de cuentas, ni Francia (-4.4%) ni el Reino Unido (-6,5%) cumplirán en 2012 el pacto de estabilidad. Y España, que sigue teniendo una deuda sustancialmente inferior a la media del Eurogrupo y de la UE, se merece este respiro, una vez que ha demostrado a nuestros socios y a los mercados su disposición y su capacidad para cumplir los compromisos contraídos y responder a los retos que impone la construcción de Europa y la defensa de la moneda única.

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