Opinión

Antonio Tarabini

Fitur 2012, el día siguiente

Nuestras autoridades y buen número de empresarios turísticos ya han regresado de Fitur, la feria turística española de referencia. La realeza inauguró la feria: ¡bien! El gobierno de Rajoy anuncia un ambicioso plan estratégico del turismo:¡bien! Los touroperadores anuncian una aumento muy notable de turistas extranjeros en nuestra comunidad: ¡bien! Sin duda buenas noticias, pero el peligro es que muramos de éxito. Porque una vez regresados a la realidad y al curro, siguen pendientes asignaturas para consolidar los buenos augurios.

Las buenas perspectivas anunciadas por los touroperadores, se han de consolidar. No sólo es importante el número de turistas que nos puedan visitar, sino también (y principalmente!) a que precio vamos a contratar la prestación de nuestros servicios. En la temporada alta 2010 el aumento de visitantes (en parte debido a la huida del norte de África) significó un aumento considerable de facturación especialmente en las empresas de alojamiento, pero también es cierto que en muchos casos con precios del 2009 y 2008. Tal situación posibilitó que una parte de la red de alojamiento pudiera amortizar sus resultados negativos de años anteriores, pero no ha posibilitado remanentes empresariales dedicados a la inversiones, como la renovación de sus establecimientos más allá de actuaciones de mantenimiento. Y es un hecho que la creación de empleo fue mínima, sin olvidar su carácter temporal e incluso precario.

Tampoco podemos pasar por alto que los relativamente buenos resultados en el sector hotelero, no se ha producido en la variada red de la denominada oferta complementaria. Sin negar el exceso de parte de tal oferta, así como cierta obsolescencia, es un hecho que el poder adquisitivo de nuestros visitantes no fue para tirar cohetes, sin olvidar el impacto del "todo incluido" y que determinadas empresas hoteleras acudieron a distintas fórmulas para que sus clientes utilizaran al máximo sus servicios internos.

De lo expuesto parece deducirse que nos quedan asignaturas pendientes para conseguir un producto turístico competitivo, sostenido y sostenible. En teoría el proyecto de la Ley del Turismo en Balears tiene como objetivo plantear las reglas de juego básicas para "reconvertir" nuestro producto turístico. Si se pierde tal ocasión podemos ubicarnos en el más de lo mismo. ¿Cuál es la situación, contenidos y tramitación de tal Ley?

El texto del anteproyecto ha merecido duras críticas de colectivos relevantes y muy significativos como la oferta complementaria turística, las pymes, el Colegio de Arquitectos, el GOB, los sindicatos, incluidos el Consell Insular y el Ayuntamiento de Palma… Sólo la defiende el sector de alojamiento (aunque en privado no exista tal unanimidad), que según parece fue el único sector previamente consultado. Tales organizaciones e instituciones, entre otras, han presentado alegaciones a tal proyecto, que actualmente se están analizando.

Al albur de alguna declaración del Conseller del ramo, señor Delgado, no parece que puedan albergarse sólidas esperanzas de que tales alegaciones lleguen a buen puerto, más allá de la corrección de sonados errores o matizar algunos artículos. Pero el auténtico problema es que el error radica en su línea de flotación. De hecho muchas de las alegaciones se refieren no sólo a determinados párrafos o artículos, sino al "alma" que anima tal anteproyecto,

Dícese que es de sabios corregir. No debería considerarse una derrota retirar el actual anteproyecto, para abrir un nuevo plazo de diálogo abierto con todos los sectores económicos turísticos, empresariales y sociales, colegios profesionales específicos… que posibilitara una ley turística basada en un consenso básico. ¿Para qué sirve la Mesa del Turismo? Es mucho lo que está en juego para que el actual texto, con algunos retoques, se apruebe en nuestro Parlament utilizando su legítima mayoría absoluta del PP. Gestionar la mayoría absoluta como un simple rodillo, es un error de primera magnitud. La mayoría absoluta política no tiene porqué significar una mayoría social. Uno de los casos relevantes es el actual proyecto de la Ley de Turismo de Balears, que no obtiene ni tan siquiera el consenso de todo el sector turístico. Confiemos en el sentido común, aunque sea el menos común de los sentidos.

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