"Vidas rotas" es un libro escrito por Rogelio Alonso, Florencio Domínguez y Marcos García Rey. Es una obra de obligada lectura por todos aquellos que condenamos el terrorismo, que exigimos el cumplimiento de la ley, que defendemos el estado de derecho, que proclamamos el valor de la vida y el derecho a la vida como derecho sagrado e irrenunciable, que amamos la paz y la libertad, en definitiva, por todos aquellos que no estamos dispuestos a que los más de 850 asesinados por la banda criminal ETA, junto con los miles de heridos y mutilados así como los perseguidos y extorsionados, queden en el olvido gracias a estrategias perversas de entreguismo, cálculos electorales y claudicaciones en beneficio de quienes tanto dolor y daño han causado a lo largo de más de cuarenta años.

Como dice Maite Pagazaurtundua, "el libro es un monumento hecho con palabras", y yo añado, la palabra ha sido y es la única arma utilizada por las víctimas del terrorismo. Aquí no hay conflicto armado. Aquí lo que hay es que unos matan y otros ponen los cadáveres; de ahí que la conferencia de "Paz" en la que han participado personajes de "relevancia internacional", pero también de "ignorancia internacional" hay que llamarla conferencia de la "IGNOMINIA".

Ya lo señala Fernando García de Cortázar en el prólogo: "Defender a las víctimas del terrorismo es defender en España una idea de la civilización y una idea de la nación". Hay que tenerlo claro, en la España democrática solo han existido unas únicas víctimas, las causadas por la banda nazi y criminal de ETA; y sobre estos asesinos debe caer todo el peso de la ley, sin negociación y contrapartida alguna. No hacerlo así es convertirse en cómplice, ya sea por activa o por pasiva, de la banda asesina ETA. Las víctimas no se lo merecen y España como Nación soberana tampoco.

Si claudicamos, claudicamos a la misma esencia de la democracia y del estado de derecho, como pilares fundamentales de la convivencia en paz. Hay que mantener viva la memoria de las víctimas, porque en esta escalada de terror y muerte no vale la equidistancia, no vale la ley del punto cero, no vale el olvido. La paz sólo será verdadera cuando se produzca la rendición o derrota de los asesinos. Por eso, hoy más que nunca es importante que las víctimas del terrorismo sepan que no están solas, que somos muchos los que queremos permanecer en pie, con la cabeza alta y que no estamos dispuestos a que los asesinos de ETA, junto con la comparsa de los "mediadores internacionales" pongan a España y el estado de derecho de rodillas, porque como dice Jorge Mota: "No hay, no puede haber impunidad antes, durante y tras el fin de ETA".

Estoy convencido que todos aquellos que tengan dudas sobre si hay que pactar o no con ETA para conseguir la paz, dejarán de tenerlas cuando se hayan acercado al libro "Vidas rotas, llegando a la conclusión que la Paz Justa sólo es posible cuando ETA pida perdón por el daño causado, cuando Eta se autodisuelva o sea derrotada, cuando Eta entregue las armas, cuando los asesinos sean juzgados, condenados y cumplan sus penas. Así pasó en Italia con las Brigadas Rojas, dando ejemplo de fortaleza cuando todas las fuerzas políticas del arco parlamentario italiano, desde el partido comunista hasta la democracia cristiana acordaron no pagar precio político alguno a sus pretensiones y lo fundamentaron en que en Italia no existía conflicto armado desde la segunda guerra mundial.

No nos equivoquemos, el comunicado de ETA es un comunicado miserable y vomitivo, ya sé que voy contracorriente pero me explicaré: En primer lugar por su escenografía; siguen apareciendo encapuchados, sin rostro, amenazantes y chulescos; en segundo lugar, preside el acto macabro la serpiente y el hacha que tanto dolor y muerte a causado y en tercer lugar, para mí lo más importante, por el contenido del comunicado. Todo ello me obliga a reafirmarme, más si cabe, con lo expuesto en este artículo. Este comunicado es el tiro de gracia a las víctimas, al estado de derecho y a la nación española. Ni una palabra de arrepentimiento, ni una palabra de pedir perdón, ni una palabra de disolución, ni una palabra de entrega de armas, ni una palabra de aceptación de la constitución y del estatuto de Guernica y no me extraña porque ETA ya ha conseguido un primer pago político, con la colaboración complice del Tribunal Constitucional. Nunca ETA, a través de sus terminales había tenido tanto poder, nunca había manejado tanto dinero, y lo que es más grave, nunca había tenido tanto control sobre las personas del País Vasco.

Quiero terminar con un canto a la esperanza y dar la bienvenida al alto el fuego que los de ETA llaman definitivo. Ya me gustaría que fuera verdad; pero que nadie se lleve a engaño. Con este comunicado ETA no desaparece, ETA no se disuelve, ETA sigue teniendo las armas y ETA seguirá extorsionando el estado de derecho para conseguir sus fines. El conseguirlo o no depende de nuestra fortaleza. No lo dudéis, aunque esta vez me gustaría estar equivocado.